CAMAGÜEY.- Entre los actores de todos los tiempos en nuestro país, uno de los más prominentes es, sin dudas, el camagüeyano Pablo Pildain Sarabia, nacido en la ciudad de Santa María del Puerto del Príncipe el 15 de enero de 1842, justo en una vivienda orillada a una plazoleta intermedia en la calle Jesús, José, María, (actual Padre Valencia), donde ocho años después se construiría el hermoso Teatro Principal.

Desde muy temprana edad, Pildain, tal vez por la vecindad con el “Principal”, en cuya plazoleta debió jugar durante su infancia, conoció las noches de programas y muchos de los actores que allí acudían, demostró cualidades indiscutibles para el arte escénico, y aunque de inicio trabajó como tipógrafo en el diario El Fanal de Puerto Príncipe, por entonces el más importante de la ciudad, ya a los 18 años era un actor consagrado.

De carácter afable y jaranero, pero a la vez enérgico, según lo describen sus contemporáneos, Pildain logró abrirse paso sin dificultad, por lo que en poco tiempo organizó una agrupación artística con la que actuó en casi todos los importantes escenarios de la Isla, y con la que recorrió con éxito varios países de Europa y América, sentando de costumbre plazas fijas en Santo Domingo y Venezuela, donde residió por mucho tiempo, e instaló una academia de actuación dramática que aún es recordada en ese país.

Contrajo matrimonio tres veces, y todos con actrices estelares de la escena. Primero con la camagüeyana Dolores Cabrera, figura cumbre de la escena por aquella época y una de las artistas más reclamadas en los escenarios españoles; luego con la canaria Ana Peraza, famosa personalidad del teatro español; y finalmente con Julia Viñals, primera actriz del teatro Sauto, en Matanzas, ciudad a la que el actor estuvo muy unido, pues algunos de sus primeros éxitos, cuando tenía 22 años de edad, se originaron allí.

En los últimos días de su existencia, enfermo y olvidado, Pildain fungía como portero en una sociedad de La Habana, pero sin dejar de actuar, aunque fuera esporádicamente sustituyendo a primeros actores.

En abril de 1919, murió de forma trágica al ser atropellado por un ómnibus a las puertas del teatro Payret, como si al momento de su muerte el actor, ya con 77 años, quisiera dejar perpetuada para la historia su amor al teatro, al que dedicó toda su vida.

Al ser conocida la noticia en nuestra ciudad, el Ayuntamiento de Camagüey estimó acertadamente que el mejor homenaje para el actor que dio gloria a la cultura lugareña era dar su nombre a la entonces conocida Plaza del Teatro, enmarcada por la calle Padre Valencia y los callejones Sin Salida y Tatán Méndez.

Sin embargo, pocos camagüeyanos han de conocer el nombre oficial que desde hace más de 80 años tiene la plazoleta del Teatro Principal, así como la existencia de este maestro de muchos de los mejores actores cubanos de principios del siglo XX.