CAMAGÜEY.- Niño, de la mano apretada de mi tío me asomé por primera vez al cañaveral y vi el enjambre de hombres semidesnudos y descalzos sobre los plantones de caña de Jobabo que molía el ingenio de Míster Sanford, el “americano”, y hasta después de 1959 no comprendía por qué en los pequeños realengos, entre campos de caña y guardarrayas, campesinos cubanos y haitianos sembraban algunos cordeles de boniato y otros cultivos de ciclos cortos.

En una ocasión que la Guardia Rural pasó al otro lado del río y traía preso al haitianito “Tractorcito Ford”, como lo llamaba burlón el “señor “ mayoral , supe que fue porque sembraba y criaba animales en las tierras de la compañía americana y eso que en muchas ocasiones le habían desbaratado la parcelita y advertido del grave delito.

Cuando el 17 de Mayo de 1959, en La Plata, Sierra Maestra, Fidel Castro firmó la Primera Ley de Reforma Agraria, el 80 % de los mejores suelos de Cuba pertenecían a compañías norteamericanas y miles de familias montunas eran echadas al descampado de los caminos por la despiadada Guardia Rural con sus proles y viejos hambrientos y enfermos, cual parias en sus propias tierras, mientras dueños criollos y foráneos poseían grandes latifundios

En el histórico escenario rebelde, Fidel destacó la batalla decisiva de La Plata, el 17 de enero de 1957 y aquel 17 de mayo de 1959, hoy Día del Campesino Cubano, expresó:

“Los datos estadísticos demuestran, por ejemplo, que un 1,5 % de los propietarios poseen más del 46 % del área nacional en fincas, mientras 111 000 fincas de menos de dos caballerías vienen ocupando menos del 12 % del área nacional. Por lo tanto, esta Ley no afecta a la inmensa mayoría de los propietarios de fincas. Esta Ley afecta al 1,5 % de los propietarios y, sin embargo, permitirá al Gobierno Revolucionario resolver la situación económica de más de 200 000 familias campesinas.

“…Nadie que se sienta de veras cubano, nadie que de veras sienta vibrar su fibra de patriotismo, puede dejar de sentir orgullo por la patria que a través de esta medida comenzará a recuperar sus tierras, comenzará a recuperar esas inmensas extensiones que, por desidia, por abandono y por inescrupulosidad de nuestros gobernantes, habían caído en manos de empresas extranjeras, contradiciendo el ideal de los próceres de nuestra independencia, contradiciendo el ideal de aquellos cubanos que, en la primera etapa de nuestra república, se preocuparon hondamente de las consecuencias tan dañinas en lo económico y en lo político que semejantes circunstancias iban a traer como consecuencia”.

La entrega de tierra en usufructo para quienes las quieren trabajar, porque si el hombre sirve la tierra sirve, continuó en Cuba, mediante la Segunda Ley de Reforma Agraria, el Decreto Ley 259, y el Decreto Ley 300, con un apoyo de inversiones millonarias e insumos del Estado y precios ventajosos para la compra de las cosechas que en concreción del histórico empeño, pretende acercar y consolidar la alianza del campo con las ciudades, aunque la oferta aún no está a la altura de las necesidades domésticas de la población.