Ustedes nos roban besos, pedazos de alma, travesuras y locos detalles. Llenan nuestros corazones de recuerdos imborrables.Las miramos en calles y avenidas, pasillos y aulas, centros laborales, peñas literarias….
A veces, sus encantos nos paralizan, y el conductor de un auto nos dice “vamos, vamos, caminen hacia atrás”, y nosotros no podemos, porque estamos embelesados, atrapados por su hermosura.
Son maestras, ingenieras, doctoras, campesinas…, todas con ese raro encanto de hacernos temblar con una sonrisa, un guiño de ojo, un ademán... Por eso las buscamos en el chat, les enviamos mensajes electrónicos, las llamamos por teléfono, les damos el asiento en la guagua…
¿Quién no ha estado a punto de chocar con postes o árboles, porque una fémina, con jean o falda, short o pantalón…, atrae toda su atención? ¿Quién no improvisa piropos o versos, como poeta “nerudiano”?
No olvido a las suegras, que no son tan malas. Algunas nos quieren como hijos, confían y abrazan. Las abuelas, llenas de amor, complementan el cariño maternal. ¿Qué tal las amigas?
Nos acercamos a muchas con intereses de conquistas, y se convierten en consejeras, guardianas de secretos. Dicen que la amistad entre hombres y mujeres es imposible. ¡Tremenda equivocación!
Durante estos días cercanos al ocho de marzo, recuerdo a las féminas importantes de mi vida, y a otras que apenas conozco. Salgo a la calle y digo “felicidades” a decenas de flores que perfuman la existencia, pienso en las miles que, con apenas una mirada, un “buenos días” o una sonrisa en clínicas, hogares, paradas de ómnibus, campos…, alegran corazones, cual fuentes medicinales.
Admiro más sus encantos y sensibilidad. Me siento afortunado de estar en el terruño de mujeres tan especiales.
A ustedes, todo el bienestar del mundo. A ti, que te levantas en la madrugada para preparar el desayuno o prefieres dormir un rato más, que sales temprano para el trabajo o te quedas en casa, que caminas por las aceras de este país, con tu sonrisa inconfundible, con tu gracia y belleza, muchas felicidades.
