Allá por los inicios de la radio en Camagüey, las cosas eran muy difíciles, en oportunidades locutores y artistas tenían que inventar sobre la marcha elementos que dieran emoción a los radioescuchas.

Las pequeñas emisoras entonces existentes apenas si tenían técnicas adecuadas, conocimiento o recursos mínimos. De los efectos de sonido, por ejemplo, se sabía poco y cada cual improvisaba a su manera.

A principios de la década de 1940 daban sus primeros pasos en la radio dos jóvenes camagüeyanos que andando el tiempo devinieron en maestros de la profesión, nos referimos a Deogracia “Nino” Moncada Fonte y Roberto Canela, cuya popularidad desde entonces comenzó a crecer. Con los años “Nino” hizo historia en la radio lugareña y Canela consolidó su prestigio en las emisoras nacionales desde La Habana.

Ellos dos formaban parte en sus inicios del cuadro dramático de la emisora CMJK La Voz del Camagüeyano, muy popular planta situada en los altos del cine teatro Apolo, edificio que ocupa una de las esquinas de la calle de República y el callejón de Finlay.

Por esa época estuvieron muy de moda los programas de corte romántico, con canciones y poesías extendidas a lo largo de la noche. Eran otros tiempos, sin televisión ni computadoras, así que entonces las cuestiones de amor eran algo más de ensueño e imaginación que ahora. Moncada y Canela, pues, jóvenes en ascenso, tenían su hora pasional por la CMJK, donde navegaban poemas de todos los matices y colores.

Comenzaron ambos a escenificar un buen día una socorrida y demandada interpretación que en esos años provocaba furor, se trataba de El duelo de la cañada, fragmento de la zarzuela El Mayoral, que era casi de obligada interpretación por los poetas debido a su carga dramática.

Así que en un principio ambos se dedicaron a susurrar cosas como: “Pasarás por mi vida/ sin saber que pasaste. / Pasarás en silencio por mi amor, / y al pasar…”; aquello de “La princesa está triste./ ¿Qué tendrá la princesa?/” u otros versos por el estilo. Y llegó el tiempo de El Duelo, obra que narra la riña de dos hombres de armas tomar por el amor de una cierta doncella, al parecer no tan doncella, y que deciden dirimir la rivalidad nada menos que a machetazos en el fondo de una cañada, con una tormenta de por medio, como si ya las desgracias no fueran bastante. Antes de los machetazos esto comienza así; “¿Qué cómo fue, señora?/ Como son las cosas cuando son del alma…”

Pues bien, ambos actores puestos de acuerdo, decidieron escenificar la poesía de la mejor manera, con el fin de que ella resultara más emotiva y conmovedora. Por esa causa y aprovechando que en el estudio habían quedado algunas herramientas de carpintería de ciertas obras que allí se realizaban, Nino se armó de un serrucho y Canela de una lima para, en el momento cumbre, y golpeando las herramientas entre sí, dar la impresión a los escuchas de los machetes en combate en el ardor de la contienda durante el duelo.

Dicho y hecho. Comenzaron las estrofas que cada cual tenía señaladas: “¿Me esperas?/ ¡Te espero!” y así se fueron adentrando en el drama que iba cobrando ardor, mas también los poetas se iban inspirando, por lo que cuando llegó el macheteo aquello parecía una tremenda bronca multitudinaria mientras iban y venían limazos y serruchazos a diestra y siniestra, manteniendo en vilo a los oyentes que con seguridad se comían las uñas. En eso, Moncada le tiró un golpe de serrucho a Canela y este lo paró con la lima, arremetiendo contra el “enemigo”. Chocan los “machetes” en el aire con furia y a Canela se le va en ese momento la lima golpeando en la frente a Moncada, quien muy a la camagüeyana gritó “¡Cojoyo, compadre, me has mata´o!”.

En verdad casi lo matan y de seguro la radio jamás volvió a transmitir un alarido tan real como aquel, ya que al decir de Canela “la obra salió perfecta, pues Nino exhaló un verdadero grito de muerte”.

¿Y cómo no iba a ser, si el golpe que le sonaron a “Nino” se lo estaría sintiendo cuarenta años después, cuando se pasaba la mano por la cabeza mientras me contaba esta historia?