CAMAGÜEY.- A diferencia de la mayoría de las ciudades cubanas, Camagüey descarga sobre los hombros de sus habitantes una herencia histórica, política y cultural de gran calibre. Ser camagüeyano implica, ante todo, estar familiarizado con la tradición y los valores que se han venido acumulando sin cesar.

En Puerto Príncipe nació la primera obra literaria nacional —Espejo de paciencia—, y aún confío en que llegue el día en que se apruebe, de manera oficial, su carácter de cuna de la literatura cubana. El aporte a la cultura nacional de esta ciudad es enorme, como lo atestiguan nombres como Gertrudis Gómez de Avellaneda —a quien se le acaba de erigir una estatua con muy poco parecido—, Aurelia Castillo, Nicolás Guillén, Rolando Escardó y otros.

Otro rasgo de ser camagüeyano tiene que ver con la defensa del ornato de su ciudad, que en los últimos tiempos por fin se ha emprendido con más énfasis. En el s. XVIII se construyeron diversos edificios de gran porte, como dos hospitales —uno para hombre y otro para mujeres— y varios templos. Su construcción, en buena medida, fue sufragada por los habitantes de la ciudad.

Ese espíritu de colaboración ciudadana tiene que ser defendido a toda costa; de aquí que resulten intolerables conductas que atentan contra la conservación de nuestro patrimonio edificado, pero también los de cultura inmaterial y conducta urbana, dañados a menudo por actos incalificables como el de hacer necesidades en la calle, ya ni siquiera solo en las noches, sino incluso de día. No hace falta que la Unesco declare esta ciudad como patrimonio mundial para defender a todo trance la belleza peculiar de Camagüeycuya arquitectura, incluso, tiene rasgos que la diferencian de la del resto del país.

Es enorgullecedor que este territorio se caracterizó siempre por su entrega patriótica. No hay que detallar esto: no ha habido, del siglo XIX al XXI, frente de batalla patriótico en que no se hayan visto la presencia de los camagüeyanos. Tradición y progreso han marcado siempre las aspiraciones de sus mejores ciudadanos. Que así sea siempre.