Cuentan que a finales del siglo XIX e inicios del XX se acopiaba la cascara de yuca al pelarla, cuando las lugareñas se empeñaban en conducir a los pequeños bebés a dar sus primero pasos aún siendo parvulitos. Entonces aquellas madres pelaban el tubérculo  y con su envoltura húmeda por su parte interior daban masajes a los infantes con la esperanza supuesta de fortalecer sus piernas.

Muchas de las conversaciones de las recién paridas entonces giraban alrededor del “milagroso remedio” que hacía la magia de dar a las piernas la fortaleza tal que les permitiría arrancar  a dar los primeros pasos, hecho esperado –además- por los ansiosos papás y el resto de la familia.

Tal fue la manera en que se difundió aquella práctica que cuando aparecía algún achaque, incluso de adultos y hasta longevos, se procedía a frotar sus piernas con la cáscara de la yuca recién pelada. Aquel procedimiento era indicado por los primeros galenos que conoció la ciudad de Nuevitas a mediados del siglo XIX.

Existen en la localidad decenas de leyendas acerca de la utilización de la cáscara de yuca para dar fortaleza a las piernas. Nuevitas, ciudad de lomas, requiere de piernas fuertes para subir y bajar hasta la ribera, por lo que, además de “comer calabaza”, aquí se recomendaba el frotado con la cáscara de la yuca para estar en mejores condiciones  físicas y continuar la rutina de circular por la parte alta y baja de la localidad en el diario quehacer de los nativos.

No sé exactamente cuánto aquella práctica pudo ayudar a fortalecer las piernas de los lugareños, pero si he escuchado numerosas anécdotas que refieren tal usanza. Tendrán médicos e investigadores que empeñarse en encontrar una explicación a la añeja práctica local convertida en verdadero patrimonio fisiátrico.

De momento, continuaremos subiendo y bajando las lomas del añejo San Fernando de Nuevitas, rememorando cómo pasadas generaciones se daban en hacer de la cáscara de la yuca una medicina que permitía la ligereza  necesaria en el empeño de cruzar la villa de uno a otro de sus extremos.

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