Recuerdo —porque nací en La Gloria y viví allí hasta 1960— algunas de las edificaciones levantadas en el lugar y que aún existían en esa época. Las iglesias, la amarilla o Episcopal y la blanca o Metodista. En la calle principal, el hotel de Míster Alger, el “Saint James”, un edificio de dos plantas, todo de madera, con amplio portal y ventanales de cristal.

Frente a ese hotel estaba lo que se conocía como el Bar de Santamarina, también de madera, pero de un solo piso y con un pequeño portal al frente.

Santamarina, un español ya entrado en años, tenía en un saloncito una mesa de billar donde se jugaba el conocido como “chicago”, y cuatro mesas para los partidos de dominó.

Por muchos años el viejo español no tuvo competidor. Allí se reunían un grupo de habituales jugadores de dominó y de billar, los que consumían refrescos, cervezas o ron, producto del juego entre ellos.

Al propio tiempo, en el portal, se agrupaban otros a conversar de disímiles temas y del acontecer de la localidad.

Pero un buen día, a principios de la década del ‘50 del pasado siglo, apareció en el poblado un personaje conocido como Chile, el que estableció una quincalla aproximadamente a una cuadra del Bar de Santamarina. Chile —parece que le decían así por ser chileno— era un comerciante avezado y con las ganancias de la quincalla, y quizás algún ahorro que tenía, compró una victrola o “traganiquel” y comenzó a robarle la clientela al “gallego Santamarina”, como también le decían algunos al español.

Santamarina, obligado por la competencia, adquirió un televisor, hecho que resultó un acontecimiento porque este se convirtió en el primer equipo público de su tipo en la comarca.

A partir de ese momento el Bar empezó a llenarse de personas para disfrutar de los diferentes programas que transmitía la televisión por aquella época.

Por esos tiempos se televisaban también los partidos de la Serie Mundial de pelota y los juegos de las Grandes Ligas, al igual que el boxeo, y el español los ponía en su televisor para el disfrute de todos, lo que dio lugar a que el Bar se abarrotara de espectadores.

Ello provocó que el tal Chile perdiera aquella pelea.

De tal forma surgió el que fue, probablemente, el primer sport-bar que existió en Camagüey, en lo que se conoció, en La Gloria City, como el Bar de Santamarina.

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