CAMAGÜEY- Esta villa principeña que celebra, con su Semana de la Cultura, 505 años de vida e historias, no es una ciudad cualquiera. Mucho tiene, en su pasado y su presente, para enorgullecernos, para enamorar a quien llegue aquí. Camagüey festeja, en sus 505, más que un cumpleaños: festeja ser una ciudad patrimonial, festeja la permanencia de sus símbolos y raíces, celebra su futuro.

CIUDAD PATRIMONIO

El Centro Histórico de Camagüey (Monumento Nacional desde 1980) posee 330 hectáreas, equivalente a 382 manzanas, y es considerado el más extenso del país.

Motivos le sobraron a la Unesco para declarar su área fundacional como Patrimonio Cultural de la Humanidad el 7 de julio de 2008. Pero no fue hasta el 2 de febrero del 2009, hace once años, que se proclamó oficialmente en el Parque Agramonte.

DE  SÍMBOLOS Y HERENCIAS

La Villa Santa María del Puerto del Príncipe, actual Camagüey, devino uno de los primeros asentamientos establecidos por los españoles en el continente y, según la tradición, quedó fundada el 2 febrero de 1514 en un promontorio cerca de la norteña bahía de Nuevitas.

El nombre actual, Camagüey, procede de un vocablo aborigen que se especula haya sido una variante de Camagüebax, un cacique que vivía en las márgenes del río Hatibonico, lugar donde actualmente se enclava el Casino Campestre y sustituyó en el siglo pasado al de Puerto Príncipe, nombre colonial.

Muchas de los grandes personalidades cubanas nacieron aquí: Gertrudis Gómez de Avellaneda, Gaspar Betancourt Cisneros, Ignacio Agramonte Loynaz, Carlos J. Finlay, Enrique José Varona, y Nicolás Guillén...

Caminar por las calles de la otrora villa nos lleva a la Plaza de San Juan de Dios y la del Carmen, las iglesias Nuestra Señora de la Merced, Santa Ana y el Sagrado Corazón de Jesús, la Parroquial Mayor, la Parroquia de Nuestra Señora de la Soledad y la de la Caridad, con un caudal inmenso de elementos arquitectónicos y constructivos.

Uno de los símbolos de esta tierra son los tinajones, recipientes utilizados por los habitantes de la villa para almacenar y mantener el agua fresca. El uso cotidiano de esa vasija en patios y espacios públicos la hizo casi una inseparable compañera; la aproximó al espíritu de los principeños. Por eso, además de su fin práctico, la tradición dice que todo aquel que bebe de su agua se queda en Camagüey.

Para festejar sus tesoros y su herencia histórica, la ciudad se viste de gala en su 505 aniversario, planifica diversas actividades culturales y se remozan diferentes puntos de la ciudad, como el Centro Cultural y Recreativo Casino; se continúa construyendo en el Recinto Ferial, y los parques, puentes y plazas de la urbe reciben pintura e iluminación nuevas.