No sé cuándo comenzó. Llegó de manera silenciosa: unos sí, otros no; seleccionó cuidadosamente a sus presas: ¿los más inteligentes, los más "compartidores", los más suspicaces?

Dudo que alguien sepa a ciencia cierta quién fue el paciente cero, aunque a estas alturas estamos tan divertidos e inteligentemente contagiados que no creo que importe. Sí compañeros, padecemos de una enfermedad crónica e irreversible: memeningitis.

El primer síntoma es darle “me divierte” a un meme, luego de eso no hay vuelta atrás. Comienza la ruleta rusa: buscar uno que exprese nuestro estado de ánimo, lo que pasó en la serie que nos gusta, lo que salió en las noticias...

A veces puedes estar más de media hora actualizando el muro de Facebook -como si no hubiera nada más importante y útil que hacer- buscándolos, rastreándolos, esperándolos.

Imagen: Tomada de Juventud RebeldeImagen: Tomada de Juventud Rebelde

Desde política hasta la "falta de huevos". Mala música-meme, Trump amenazó a alguien-meme, pérdida de valores-meme, crítica social-meme, Juego de Tronos...

El tema realmente no interesa, lo verdaderamente importante es que el mensaje sea claro, divertido e ingenioso. Cualquiera ya puede hacerlo, e incluso, el criterio de selección y periodicidad de publicación otorga cierto estatus en las redes sociales.

Hay quienes, de hecho, comienzan a seguir a un "amig@" en Facebook solo porque comparte buenos memes, y otros llegan a criticar a los que guardan, y publican luego, sin referenciar de donde lo sacó (derecho de autor).

La enfermedad ha avanzado hasta tal punto que sabes cuáles de tus amigos son los más graves, los que no dejan pasar un día sin poner uno, o dos, o tres, y si por casualidad no aparecen hasta te preocupas: "¡algo le debe haber pasado, y muy grave!".

La memenomanía se ha convertido en una forma de expresión, un lenguaje, una manera de decir en broma algo serio, de contar historias en una imagen y pocas palabras. Las nuevas tecnologías, aplicaciones y el uso de las redes sociales han ido transformando nuestras maneras de comunicarnos y de construir realidades.

¿Tiene mayor impacto un mensaje que se transmite en un meme que si se publica en una actualización de estado? ¿Se replica más, se lee más, se interpreta mejor?

Si llegó para quedarse el tiempo lo dirá, sí resulta seguro es que estamos garantizando el trabajo de nuestros hijos y nietos, al menos de los que se interesen por estudiar el apasionante mundo de los seres humanos y su forma de expresarse en tiempos de Internet y redes sociales.