Fotos: Leandro Pérez Pérez/AdelanteFotos: Leandro Pérez Pérez/AdelanteCAMAGÜEY.- El primer periódico de la recién iniciada Revolución en Camagüey fue El Tínima, que desde los montes de la sierrita de Guaicanamar vio la luz a principios de febrero de 1869, dirigido por el médico Manuel Ramón Silva Zayas. La dura vida de campaña y la persecución feroz durante aquellos meses iniciales de la guerra obligaron a la imprenta —constituida en lo básico por unos pocos tipos de letras y una prensa para exprimir queso— a emigrar de uno a otro lugar hasta que dejó de circular.

Como El Cubano Libre, en Bayamo, y El Tínima habían desaparecido, durante la Asamblea de Guáimaro en abril de 1869, se decidió la apertura de un nuevo periódico oficial del Gobierno Revolucionario: El Mambí, dirigido por el principeño Ignacio Mora de la Pera, quien con la ayuda de Clodomiro Betancourt al frente del taller tipográfico, impulsó esta edición semanal desde el 7 de mayo de 1869. Colaboró aquí Ana Betancourt Agramonte, la primera mujer en Camagüey incorporada a la prensa insurrecta.

El Mambí se imprimió unos pocos días en los montes al norte de Guáimaro, y se trasladó luego hacia la Sierra de Najasa, lugar donde dio paso, el 4 de julio, a El Cubano Libre, el que con algunas variaciones en el formato y un subtítulo que decía “Periódico oficial de la República de Cuba. 2da. Época”, salió desde el entorno de la cueva conocida hoy como Rosa La Bayamesa, en la Sierra del Chorrillo.

La publicación disfrutó de una moderna imprenta plano contra plano, fabricada por la industria de equipos tipográficos Hoe y Cia, de la ciudad de New York en 1851, con la serie 2029, la que por encargo del presidente de la República, Salvador Cisneros Betancourt, adquirió la emigración cubana y llegó a Cuba en una de las expediciones que lograron burlar el bloqueo de la marina española.

Como Ignacio Mora tuvo que ocupar otras funciones encomendadas por el Gobierno, fue designado director Clodomiro Betancourt. Debido a la persecución, el taller tipográfico de La Libertad, como denominaron a la máquina desde su llegado a Camagüey, fue trasladada a la cueva de Corojito, finca Sebastopol, en el barrio de Las Yeguas, al noroeste de Vertientes. La propiedad pertenecía a Diego Navarro y Nicolasa Nápoles, padres de Aurelia Navarro, esposa de Clodomiro y jefa de redacción de El Cubano Libre.

En esa época el periódico, de amplia circulación y un magnífico sistema de distribución, organizado junto con las líneas del correo mambí, llegaba a los campamentos insurrectos y a la ciudad de Puerto Príncipe. Contaba con espacios noticiosos, órdenes militares y las secciones El Boletín de la Guerra, el dedicado a la literatura, con la intervención de Antonio Hurtado del Valle (El hijo del Damují), Miguel Gerónimo Gutiérres y otros magníficos poetas caídos a lo largo de la contienda.

La Libertad tuvo a su cargo la impresión de El Cubano Libre, y sirvió de taller para El Mambí, La Estrella Solitaria, además de órdenes, circulares y otros documentos oficiales.

En 1869 fue trasladada hacia el sur del actual territorio de Florida. Salvador Cisneros, enamorado por entonces de una hermosa sitiera de los alrededores de la finca Jesús María, escribió e imprimió en una hoja de yagua una sencilla décima que circuló entre la tropa mambisa: “Desde el humilde rincón/ donde resido ¡Oh! Carina,/ entre selvas y colinas/ por ti late el corazón,/ Al hacer esta inspiración,/ en lindo papel de yagua,/ por ti enciendo la fragua/ y el pecho en ardiente pira/ y recuerdo a mis guajiras/ las indias, en sus piraguas”.