CAMAGÜEY.- Muchas son las tradiciones que tienen los pueblos para celebrar la Navidad y el fin de año. La confluencia en el país y en esta urbe de varias denominaciones religiosas, asociaciones fraternales, y grupos de descendientes de varias nacionalidades relacionadas con la cultura nacional hacen que las maneras de celebración sean ricas en cuanto a variedad y colorido.

La nuestra es conocida como la ciudad de las iglesias, estas no solo rigen la arquitectura de sus calles, sino que desde un primer momento fueron el centro de la organización económica y social de la Villa.

Los católicos celebran sus fiestas según el santoral en diciembre, aunque algunas representaciones como Santa Bárbara y San Lázaro, días 4 y 17, respectivamente, conllevan a otras manifestaciones de profundo sincretismo. Durante la etapa decembrina se desarrolla el Adviento, como preparación de los especiales festejos del 24, Nochebuena, y 25, Navidad.

Entre las parroquias con grandes representaciones podemos citar a la de Nuestra Señora de la Merced, donde suelen instalarse escenografías que reflejan el nacimiento del niño Jesús. Ya es tradicional entre ateos y católicos contemplar “los nacimientos” en varias de las iglesias para opinar sobre cuál posee mayor belleza y originalidad.

Foto: Leandro Pérez Pérez/AdelanteFoto: Leandro Pérez Pérez/Adelante

En el caso de los Pentecostales, el día 25 estos realizan una gran predicación. Las denominaciones protestantes de esta ciudad, al igual que en otros sitios, tienen una manera peculiar de ver las fechas, un ejemplo puede observarse con los Metodistas, quienes en Nochebuena efectúan una gran cena en sus templos y hacen una especie de sorteo para el premio al Diezmador Fiel, al cual regalan cualquier objeto que lo ayude en su quehacer diario y doméstico. Lo curioso es que en este 2017 la cena se hará “a la cubana”, con cerdo asado, juego de dominó y otras acciones no vinculadas directamente con la denominación.

Sin embargo, los Testigos de Jehová tienen en este sentido una ideología totalmente distinta. Ellos no celebran la Navidad, ni el fin de año, pues aseguran que Cristo no vino a la tierra a celebraciones y que el objetivo es predicar para que todas las personas conozcan de la existencia de Dios. Según explican en ediciones de su revista Atalaya, estas actividades tienen origen pagano.

Algunas religiones afrocubanas, dígase Regla de Ocha o Palo Monte, manifiestan lo diverso y difuso de la religión en Cuba, como muestra de la transculturación, síntesis y síncresis tras siglos de esclavitud, pues al igual que el Candomblé brasileño utilizaron equivalencias respecto al catolicismo impuesto por las metrópolis.

Velada de la Santa Bárbara según la religión afrocubana Palo en el Monte, en el barrio de Versalles, de la provincia de Matanzas, el 3 de Diciembre de 2009. Fotos: Marisol Ruiz Soto/ACNVelada de la Santa Bárbara según la religión afrocubana Palo en el Monte, en el barrio de Versalles, de la provincia de Matanzas, el 3 de Diciembre de 2009. Fotos: Marisol Ruiz Soto/ACN

Es así que en distintas direcciones podemos observar ritos afrocubanos frente a los altares con advocaciones católicas o viceversa, rezos católicos para imágenes de orishas: el 4 de diciembre se velan a Changó o Santa Bárbara; y el 17 el turno es para San Lázaro o Babalú Ayé.

Luego de estas ceremonias los altares cierran hasta el día 6 de enero y es esperada la “letra del año” para efectuar el Ebbó (limpieza o baño) que se realiza con el objetivo de tener buen ashé los venideros 12 meses.

Menos conocida, por ende más estigmatizada, es la religión afro haitiana conocida como Vodú, que tiene imbricaciones yorubas, con la distintiva soup jumou (sopa de calabaza), que celebra el 1ro. de enero el Día de la Independencia contra el colonialismo francés. En la provincia de Camagüey es numerosa la comunidad haitiana y sus descendientes, quienes en muchos casos mantienen esta tradición, aun sin connotación religiosa, y brindan la sopa a quienes compartan con ellos.

Los descendientes chinos, otra comunidad importante, tampoco siguen al pie de la letra las costumbres de sus ancestros, se suman como sujetos transculturados a las prácticas lugareñas, pero rescatan el comienzo del Año Lunar en la primera luna nueva de enero. También los descendientes hebreos del Tiferet Israel Camagüey rescatan el Hannukah o Navidad Judía, entre el 13 y el 21 de diciembre, y el banquete del Shabat.

Lo cierto es que independientemente de las creencias religiosas en la casa del camagüeyano no puede faltar el cerdo asado, la yuca con mojo, el congrí, la cerveza fría y la ensalada, incluso con la distinción, respecto a otras regiones en Cuba, del casabe aborigen (tradición compartida con Jiguaní), o como postre el maní Roselló, sustituto aquí desde mitad del siglo XX de los españoles turrones jijona: estamos en presencia de platos que en sí mismos encierran el multiorigen y la multiculturalidad de nuestra identidad.

Foto: Yuniel Labacena/cubahora.cuFoto: Yuniel Labacena/cubahora.cu

También común es quemar un muñeco de trapo, lanzar a la calle un cubo con agua para limpiar lo malo y para viajar dar la vuelta a la manzana con una maleta. Estas y muchas otras hacen que el camagüeyano, y el cubano en general, se distinga respecto al resto del mundo en su manera de festejar el fin de año.