Durante muchos años algunos historiadores afirmaron que, si bien en Las Guásimas se había logrado una victoria táctica, en el camino de la invasión a Occidente constituyó una derrota estratégica por los cuantiosos recursos y el tiempo allí empleados.

Por suerte, investigadores como Francisco Pérez Guzmán han puesto a nuestra disposición el resultado de sus estudios esclarecedores, en los que se señala que parte del conocimiento que tuvo el alto mando español de los preparativos de la invasión, se debió a indiscreciones de los nuestros, de ahí que de inmediato se dispusieran a cortar el avance, y se sucedieran acciones de envergadura como Melones, El Naranjo, Mojacasabe, y Las Guásimas como cumbre, a pesar de que el Generalísimo hizo todo lo posible por evitar el encuentro.

Hecha la salvedad, trataremos de sintetizar lo inmenso y valioso de aquellos cinco días de combate.

Impuesto Gómez de la proximidad del enemigo, decidió presentar combate, para lo que contó con la aprobación del Gobierno de la República de Cuba en Armas, presidido entonces por Salvador Cisneros Betancourt.

Existían en la zona dos potreros, uno grande y otro más pequeño, por lo que se dispuso a la infantería oriental para cubrir en ángulo recto la salida del carril que desembocaba en el potrero grande; la infantería de Las Villas y de Camagüey estarían al frente de la oriental, en tanto Gómez con Julio Sanguily y toda la caballería se colocó al frente y centro del carril.

Gómez le ordena al coronel Cecilio González marchar al encuentro del enemigo: “(...) provóquelo, persista y permita que se entere del número de hombres que le acompañarán; entonces él lanzará fuera de sus cuadros la caballería, la que envalentonada por el número y la fuga, cargará a Ud. por el carril. Huya usted y tráigalo sobre la emboscada de infantería, que el resto me toca a mí”.

Para los jefes de las fuerzas de Oriente, Camagüey y Las Villas, y especialmente para Maceo, que tenía bajo su mando a toda la infantería, las orientaciones eran claras y precisas, una vez que el enemigo se lanzara en persecución del grupo provocador, camagüeyanos y villareños debían recibirlo a pie firme y abrir fuego a quema ropa: “(...) cuando ella sorprendida, se detenga, la infantería oriental abrirá paso a la caballería”.

Gómez y el resto de las fuerzas esperaron en el fondo del potrero grande...

En su Diario de Campaña el Generalísimo apuntó: Día 16 enemigo sitiado... Día 17 en el mismo estado, a las 10 de la noche, aviso, enemigo en Cachasa – refuerzos sin dudas-. El 18 a las 4 de la mañana modifico de modo conveniente la línea de sitio; dejo al brigadier A. Maceo encargado de todo y con 200 caballos y 50 infantes, marcho al encuentro del refuerzo (...) el enemigo avanza, a las 8 de la mañana se presenta, media hora de combate –y dejo pasarlo, por un camino extraviado- llegó primero a Las Guásimas; las fuerzas sitiadas, al sentir el refuerzo intentan hacer una salida, pero son rechazadas; entra el refuerzo, el enemigo no hace más que ensanchar un poco más la posición de las sitiados –pero no ataca- llega la noche y durante ésta se le sigue hostilizando; día 19 a las siete de la mañana, enemigo en marcha hacia el pueblo –5 000 hombres y cinco piezas de artillería-, se le persigue durante todo el día hasta Cachasa. Mis tropas muy fatigadas y el parque consumido; me retiro a Jimaguayú (...) bajas sufridas por nuestra parte: 29 muertos, 28 heridos graves y 100 leves. Las del enemigo, según informes: 1 037 muertos y heridos (...)

Aquella fue una victoria rotunda. La Batalla de Las Guásimas se mantienen en nuestra historia con digno esplendor en la cima de la gesta independentista, como una de las páginas de heroicidad y valentía más hermosas protagonizadas en las tierras camagüeyanas.

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