Imagen: Tomada de ecured.cuImagen: Tomada de ecured.cuCAMAGÜEY.- En el calendario de los camagüeyanos, el mes de febrero, entre otros importantes acontecimientos, está marcado por las fechas de nacimiento ( el día 10 de 1828) y el fallecimiento (28 de 1914), de quien fuera por dos ocasiones Presidente de la República de Cuba en Armas, y luego, uno de los principales opositores a la Enmienda Platt, con lo que se definió como un irrevocable antiimperialista: Salvador Cisneros Betancourt.

Siempre que tenemos la oportunidad sacamos de algunas páginas casi olvidadas valoraciones y citas de su pensamiento dada la notable vigencia, de ahí que los cubanos de hoy no hemos renunciado a sus postulados, sobre todo en la decisión de no tener ningún tipo de vínculo ni sometimiento al Imperio.

Entre una serie de artículos publicados en 1902 por el periodista Manuel Márquez Sterling, aparece uno que retrata a nuestro querido Marqués de Santa Lucía.

(...) De los inmaculados no se habla a tontas y locas (...) Para mí, el distintivo esencial del Sr. Cisneros es el valor. "Valos espartano"... dicen los biógrafos al uso; "Valor camagüeyano"... dicen los que se preparan a una campaña electoral dentro de dos años; "valor del Marqués"... digo yo que no espero de él ni siquiera su poderosa influencia para calzarme un puesto de ujier en el Senado (...)

Sí. El señor Cisneros en la guerra, sin disparar fusiles, ni empuñar el machete legendario, expuso su pellejo más que nadie, y solía vérsele entretenido en la dulce tarea de engullirse un mango mientras las balas enemigas, enterrándose en torno suyo, formaban un símbolo de corona. Pero antes, mucho antes de ese valor, había demostrado otro, el valor de quemar su hacienda propia, y tocar a las puertas de la miseria un día después de haber tocado a las puertas de la inmortalidad.

En la guerra y en la paz ha sido el mismo (...) el valor del Marqués ha sido igual en el orden revolucionario que en el orden civil. Lo mismo que se atrevía a sentarse donde las balas caían, tiene el valor de decir lo que piensa ante el pueblo reunido o ante la Cámara de sabios a quienes suele entorpecer a obra de sus ambiciones. Mejor patriota, desde luego, que legislador, con un fondo de desconfianza en los patriotas de nuevo cuño que le rodean, en la Constituyente y en el Senado quiso dar giro a muchas cosas que, como "cosas del Marqués" destruyeron a sus colegas. Sin embargo, el Marqués no se rinde, vuelve a la batalla, y vencido aún, no se convence de que su corazón inmenso puede y vale más que el cerebro de los legisladores cubanos.

(...) Por sus condiciones y por su historia el Marqués está por sobre todos los partidos (...) tiene el prurito de ser el primer demócrata de América. Lo es con toda la sinceridad de su noble abolengo; y rinde a los pies del más pobre cuanto tiene, y cruza su brazo sobre el hombro del más humilde para darle algo de su grandeza (...)

Sirvan entonces estas líneas de merecido homenaje de recordación de los camagüeyanos a uno de los más ilustres de sus hijos.