“Mil veces me ha pesado encargarme de esta misión, que dará muy pocos resultados a la Patria”, escribió el Mayor General Calixto García al General de Brigada Tomás Collazo en 1898.

Esta frase dirigida a uno de sus más cercanos oficiales resumía su desacuerdo de asistir a Washington para procurar el reconocimiento de la Asamblea de Representantes de la Revolución Cubana de Santa Cruz del Sur.

Al encontrarse en la capital estadounidense, lo sorprendió la muerte el 11 de diciembre de ese propio año, dejando un vacío en quienes lo admiraban dentro y fuera de la isla caribeña.

Se despedía así el hombre de la estrella en la frente, como lo definiera el Héroe Nacional José Martí, en alusión al gesto de quitarse la vida antes de caer en manos del enemigo, uno de los hechos que había marcado la vida de Calixto durante las Guerras de Independencia.

La casa número 147 de la calle Miró, en su querida ciudad de Holguín, lo vio nacer el cuatro de agosto de 1839 bajo la tierna mirada de Lucía Íñiguez, aquella madre quien inculcaría en él los aires de rebeldía y justicia que lo marcarían para siempre.

Su periplo por la vida lo llevó hasta Bayamo, donde fue empleado en una tienda de ropas y luego a Trinidad, lugar del que regresó a Oriente. Quiso el destino que el estallido insurreccional lo sorprendiera en Jiguaní donde comenzó a escribir su propia historia.

Junto a Donato Mármol y otros revolucionarios independentistas partió a la manigua y en poco tiempo, por su entrega y destreza, era un oficial de rango con hombres bajo su mando.

Brilló en los campos de batalla, en los cuales se distinguió como Jefe de Brigada de Holguín y al frente del Departamento de Oriente, y se destacó por su dominio del difícil arte de sitiar y tomar las poblaciones.

El cinco de octubre de 1874, encontrándose cercado por el ejército español en San Antonio de Bajá y ante la imposibilidad de victoria o escapatoria alguna, se disparó bajo la barbilla, pero la bala abandonó su anatomía por la frente impidiendo su deceso.

Su participación en la Guerra Hispano-norteamericana fue decisiva para el derrocamiento de las ya vencidas fuerzas peninsulares, y fue entonces cuando Estados Unidos entró al escenario bélico con el pretexto de “ayudar” a los cubanos interponiéndose a su independencia.

Del insigne patriota, el General de Ejército y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Raúl Castro Ruz, expresó: "Calixto García fue un ferviente convencido del valor y la trascendencia del ideal que defendía y de dos de sus más valiosas cualidades: el patriotismo inclaudicable y la voluntad a toda prueba".

Sólo la pulmonía contraída debido al crudo invierno de Norteamérica logró entonces provocarle le muerte al Insigne Mambí aquel 11 de diciembre, lo que nunca pudieron hacer las balas hispanas durante las tres guerras de independencia, en las cuales resultó protagonista.