Pasada la una de la tarde del martes 16 de septiembre de 1958, el viejo panel International Harvester conocida como Toña la Negra, avanzaba por la calle Francisquito, en las inmediaciones de la estación de ferroviaria de la ciudad de Camagüey; llevaba en su interior, en calidad de presos políticos, a los revolucionarios Alfredo Sarduy, Pedro Léster Delgado, Jorge Aguirre y Badito Saker, que eran conducidos a la Audiencia para ser juzgados por sus acciones contra la tiranía de Batista.

Justamente cuando aquel carro celular, como también se denominaba, dobla por la calle Rosario se le interpuso otro vehículo. Todo ocurrió rápidamente, el chofer del Toña... se ve obligado a detener la marcha, instante en que Noel Fernández, jefe de acción y sabotaje del MR-26-7 en la provincia, se aproxima a la ventanilla, le apunta con una pistola a la cabeza y le pide las llaves...

El sargento que viaja a cargo de los presos, de apellido Ortiz, leía el listado, por lo que no se percató de que otro joven, Rolando Marrero, le encañonaba.


Los disparos de las armas de Noel y Marrero interrumpen la tranquilidad del mediodía: Reyes y Ortiz caen abatidos por no obedecer la orden, mientras que desde el otro auto, Roberto Ollet dispara contra el carro celular al creer que sus compañeros están en peligro.

Algunas balas penetran en el interior del carro, una de ellas alcanza al avileño Aguirre, que expira sobre las piernas de Sarduy, quien grita rápidamente para que no continúe el tiroteo. Léster es herido en el costado izquierdo, Marrero recibe en la espalda una bala de rechazo... entre tanto Noel logra abrir la puerta del carro y ayuda a salir a Léster, a Sarduy y a Saker para abordar el otro vehículo que parte veloz sin percatarse que faltaba Marrero, quien al verse solo se fue por su cuenta hasta el punto de reunión, el bar Cromo de Juanito Cervantes.

Así, de breve, se explica una gran acción del MR 26-7 en Camagüey; el plan estaba encaminado a liberar a los prisioneros, de antemano marcados por un supuesto intento de fuga que devendría en sus asesinatos antes de celebrarse el juicio.

Fue así como se produjo esta trascendental y rápida acción, en la que aquel pequeño grupo de jóvenes liberó de la muerte a manos de esbirros de la dictadura de Fulgencio Batista, a sus compañeros de lucha.

Para esta fecha, cada año, estudiantes, trabajadores y vecinos del lugar se concentran en la histórica intercepción de las calles Rosario y Francisquito, donde la Oficina del Historiador erigió un sitial donde aquel fatídico vehículo negro es el símbolo de la rebeldía y el valor de los jóvenes de esa generación.

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