La producción de azúcar en la Cuba colonial adquirió su carácter fabril en los albores de la Revolución Industrial y principios del siglo XIX, cuando el país se convirtió en uno de los principales productores y exportadores.
Incluso, ocupó una posición de liderazgo a partir de 1818 y por 170 años al desplazar a Haití de primer exportador mundial, posición que mantuvo hasta la década de 1980.
Los antecedentes de la producción de derivados datan de fines del siglo XVIII, cuando todos los ingenios de alta producción establecieron sus propias destilerías y hacia 1850 se obtiene por primera vez un ron de la calidad y sabor actual, para dar paso a la gran industria licorera.
Durante la segunda mitad del XX se inicia a nivel internacional el gran desarrollo de los derivados, que se obtenían de los subproductos de la elaboración del azúcar, lo cual acaparó el interés de los empresarios y hacendados.
En el caso de Cuba, en mayo de 1963 surgió, subordinado inicialmente al Ministerio de Industrias, el Instituto Cubano de Investigaciones de los Derivados de la Caña de Azúcar (ICIDCA), el primero del sector en fundarse en las instalaciones en aquel entonces del Instituto Cubano de investigaciones Tecnológicas.
Solo pocos meses después, en julio del propio año, visitaron el ICIDCA por primera vez el máximo líder de la Revolución Cubana Fidel Castro y posteriormente el Comandante Ernesto Che Guevara.
Apenas dos décadas más tarde, surgieron a partir del ICIDCA el Instituto Cubano de Investigaciones Azucareras (ICINAZ) y la Unión de Investigación-Producción de la Celulosa del Bagazo.
Por fortuna el multilateralismo de la ONU contribuyó, en medio del bloqueo económico, financiero y comercial de Estados Unidos, a que en la década de los 70 se aprobaran los Proyectos Cuba 9, para la investigación y producción de papel periódico y pulpa textil de bagazo.
Su trascendencia llevó a que lo visitara en 1979, en su sede del municipio habanero de Quivicán, actual provincia de Mayabeque, Kurt Waldheim, Secretario General de las Naciones Unidas, en compañía del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.
En ese mismo período es aprobado el Proyecto Cuba 10, para la investigación y producción de fermentaciones industriales y alimento animal, ambos subordinados al ICIDCA.
Los dos contaron con financiamiento del Programa de ONU para el Desarrollo, y junto a las instalaciones de la Unidad Experimental Pablo Noriega, del ICINAZ, también en Quivicán, constituyeron el núcleo del Centro de Desarrollo de la Industria de la Caña de Azúcar (CEDIC).
Un elemento aglutinador fue el hecho de que en 2010 se fusionaran los institutos UIP Cuba 9 e ICINAZ al ICIDCA, para formar parte del Grupo Azucarero AZCUBA.
Su misión consistió en investigar, desarrollar, innovar y transferir productos y tecnologías; brindar servicios científico-técnicos y capacitación especializada; producir y comercializar productos de alto valor agregado que garanticen el aprovechamiento integral y diversificado de la caña de azúcar.
Cuenta con una infraestructura de consideración para sus actividades en 50 laboratorios, dos unidades empresariales de base, dos plantas de investigación, un centro de información científica, tres sedes provinciales, tres laboratorios acreditados por las normas NC-ISO 17025:2006 y otras.
En sus plantas se elaboran productos para la agricultura, entre ellos a escala comercial Nitrofix biofertilizante y bioestimulante, Fitomas y Bioenraiz, y a escala piloto Gluconoacetobacter, fijador de nitrógeno y Bacillus megaterium, solubilizador de fósforo en cultivos cañeros y no cañeros.
Obviamente, medio siglo después, el pensamiento del Guerrillero Heroico, Comandante Ernesto Che Guevara al crear el ICIDCA, tiene una vigencia total: “llegará el día en que los derivados de la caña de azúcar tendrán tanta importancia para la economía nacional como la que hoy tiene el azúcar”.