CAMAGÜEY.- Justo cuando se cumplen días tras días los aniversarios de la salida del Granma de Tuxpan con su azarosa travesía y el levantamiento de Santiago este 30 de noviembre, la historia, no creo que por capricho, ha querido reafirmar cada uno de estos acontecimientos enfilando proa a la eternidad.

Fidel había mandado a buscar a Frank País a México, el 23 de octubre de 1956 se produce el primer encuentro entre en el que ambos analizaron los pro y los contra de la expedición que se preparaba, su arribo a las costas cubanas, y la necesidad de comenzar con la lucha armada antes de que finalizara el año.

Fidel designa al joven santiaguero como jefe de Acción y Sabotaje del Movimiento Revolucionario 26 de Julio (M-26-7) en toda Cuba, entonces cargo de mayor jerarquía en el país.

De México Frank viajó a Miami y de allí a Camagüey el 31 de octubre; por segunda vez tocaba a la puerta de la casa situada en la calle 2da. No. 11, entre Medio y Horca, en el Reparto Habana. Traía orientaciones precisas para los camagüeyanos.

El abogado Raúl García Peláez (fallecido hace más de una década) en aquel momento representante del Partido Ortodoxo y, de forma clandestina dirigente del 26 de Julio, era el habitante de la citada vivienda y la persona a quien venía a visitar Frank.

En una entrevista con García Peláez me contó que en aquella oportunidad el joven le dijo: "Te traigo un recado de Cándido - se refiere a Cándido González Morales- y me entregó un papelito que palabras más o menos decía: el portador va a hablar contigo de una cuestión que hablamos con el Jefe.

"Lo leo y me lo guardo en el bolsillo de la camisa, continúa Gracía Peláez, Frank me explica que Camagüey fungiría de apoyo y refrescante en lo concerniente al próximo desembarco…

"Luego me explicó que recibiría un telegrama desde México o Santiago de Cuba, lo que sería el aviso para que estuviéramos listos para esperar el desembarco, me pidió una dirección y le di la de la farmacia de mi tío Emilio García Naranjo, situada en Independencia y Martí, donde trabajaba un primo mío, al que le expliqué que cuando llegara un telegrama sobre el pedido de unos libros me lo llevara rápido.

"Al día siguiente de la visita de Frank, cuando me dispongo a salir a ver a Joaquín Agramonte y voy para el garaje a montar en la máquina, me estaban esperando en un jeep agentes del SIM (Servicio de Inteligencia Militar) y le llevaron detenido para el cuartel Agramonte; por el camino me acuerdo del papelito de Cándido, logro cogerlo y me lo echo en la boca, por suerte era pequeño, muy fino y pude tragármelo’’.

Llegado el momento del alzamiento del 30 de noviembre, fecha prevista para el desembarco de los expedicionarios del Granma, en Camagüey se decidió no realizar enfrentamiento armado por falta de armas, y aunque fue así, se manifestó una gran disposición de combate, se acuartelaron los compañeros en distintos lugares previamente seleccionados, y fueron muchos los decididos a luchar.

La llegada del cable enviado desde México a la casa de Arturo Duque de Estrada en Santiago de Cuba con el texto ‘’obra pedida agotada’’ era la clave con la que se daba la orden de iniciar las acciones de apoyo al desembarco por las costas del oriente cubano, expedición que, encabezada por Fidel Castro, traía la convicción de ser libres o mártires.

En esta oportunidad se usaba por vez primera el uniforme verde olivo el plan concibió tres puntos fundamentales, bloquear el cuartel Moncada para imposibilitar la salida de refuerzos a los sitios de ataque, la Policía Nacional, en la Loma del Intendente, y la Policía Marítima en la Alameda Michaelsen. Otras acciones estaban planificadas en Puerto Padre, Manzanillo, Guantánamo, y como ya conocemos en Camagüey.

Varios fueron los infortunios, en los enfrentamientos a los esbirros de la dictadura de Batista representantes de la juventud santiaguera, Pepito Tey, Tony Alomá y Otto Parellada.

Por inconvenientes del tiempo, la embarcación no arribó a Cuba en la fecha prevista, sino dos días después, por lo que el levantamiento no cumplió su objetivo, no obstante, al respecto Frank escribiría:

‘’ La población entera de Santiago, enardecida y aliada a los revolucionarios, cooperó unánimemente con nosotros, cuidaba a los heridos, escondía a los hombres, guardaba las armas y los uniformes de los perseguidos, nos alentaba, nos prestaba las casas y vigilaba el lugar, informándonos de los movimientos del ejército. Era hermoso el espectáculo de un pueblo cooperando con toda la valentía en los momentos más difíciles de la lucha’’.

Hoy, igual de hermoso y doloroso a la vez es el espectáculo de un pueblo jurando ante la imagen invicta e imperecedera de Fidel, el compromiso de no perder jamás la unidad y la independencia por la que ellos tanto lucharon, por la materialización de sus sueños de justicia, por la Revolución que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo.