En la región oriental de Cuba, Fidel y los miembros del Ejército Rebelde operaban victoriosos en varios frentes, y en la parte central del país las fuerzas insurrectas tomaban pueblos y ciudades bajo las órdenes de los Comandantes Ernesto Che Guevara (en el centro y el sur de la provincia de Las Villas) y Camilo Cienfuegos en la zona  norte.

 Al inicio de la última decena del postrero mes de 1958 ya el Frente Norte de Las Villas, dirigido por Camilo, había liberado los poblados de Venegas, Iguará Meneses, Jarahueca, Zulueta, General Carrillo, Mayajigua, Caibarién, Camajuaní y Placetas, estos tres últimos con la colaboración de las tropas del Che.

  En esos días los rebeldes arreciaron el cerco sobre Yaguajay. Luego de ocupar los ingenios Narcisa y Vitoria hostigaron las posiciones enemigas dentro de la localidad a tal punto que el 24 de diciembre estaban en sus manos la Jefatura de Policía, el Hotel Plaza. El Gran Hotel y la Sociedad Colonia Española.

  Los efectivos del régimen de Batista que defendían esas posiciones se refugiaron en el cuartel del Escuadrón 31 del Regimiento Leoncio Vidal, situado a un kilómetro del pueblo, por lo tanto toda la atención rebelde se concentró en esa guarnición, la que superaba a los insurrectos por el número de hombres, de parque, del armamento y la calidad de éste.

 El tiroteo se intensificó el día 24 y el jefe del cuartel, el capitán Alfredo Abón Lee, solicitó una tregua para sacar a los heridos.

 Por una confusión, un grupo de revolucionarios situados detrás de la instalación militar comenzó a disparar y al reiniciarse el combate resultó muerto el joven rebelde Joaquín Paneca (Panequita);  quien, paradójicamente ese día arribaba a los 17 años de edad.

 En medio de la tregua, pactada hasta las seis de la tarde, Camilo se dirigió a la posición militar y habló con el jefe, quien pensaba rendirse, pero quería ganar tiempo para ver si podía recibir refuerzos, de lo cual se percató el jefe del Frente Norte de Las Villas.

 A la hora pactada se reanudaron las acciones, ya a la guarnición se le había privado de electricidad y el servicio telefónico, también se agotaba el agua, por lo que la situación en el interior del recinto se tornaba difícil.

 El comandante Ernesto Guevara, máximo dirigente del “26” en la provincia de Las Villas llegó a Yaguajay el día 25 de diciembre por segunda vez para aconsejar a su compañero de la Sierra; a quien le recomendó no desesperarse en el intento de tomar por asalto la posición enemiga.

  Camilo ordenó llevar a cabo la idea de utilizar un buldózer  con varias planchas de acero para convertirlo en una especie de carro blindado, al que se le adaptaría un lanzallamas para incendiar el cuartel.

 Alguien sugirió ponerle el nombre de “El dragón de la noche” a aquel artefacto, y el jefe guerrillero agregó:”Se llamará Dragón I, porque este no será el último…Tendremos que construir otros para continuar la guerra hasta su fin. Pero este ha sido el primero”.

 William Gálvez, capitan auditor de la Columna número 2 Antonio Maceo, recordó años más tarde el impacto que causó el improvisado tanque de guerra en su primera salida  el 25 de diciembre: “El silencio de la noche es sorpresivamente sorprendido por el ronroneo del motor dragoniano y el trepidar de sus esteras sobre el pavimento…”

 Testigos de aquellos momentos confesaron el temor que causó en la tropa acantonada en el cuartel la máquina, para ellos desconocida y que en medio de las penumbras solo sentían su ruido y las llamas que salían.

  Los rebeldes no cejaban en su empeño por tomar la fortificación. Otras treguas se suscitaron. Las condiciones dentro de la guarnición eran cada vez más penosas por la falta de alimentos, agua y el hacinamiento, la enfermería había colapsado ante la cantidad de heridos.

 Se hacía insoportable la situación, Gálvez también recordó: “En medio del sudor, el excremento, la sangre y la muerte, el escenario resulta tétrico”. A través de un altoparlante se conminaba a la rendición y se ofrecían garantías para la vida de los soldados.

 Se llegó al último día del año 1958, ya el capitán Le está convencido de que poco podía hacerse. Una bandera blanca ondeó en la guarnición y su jefe militar habló de nuevo con el líder rebelde, trató de persuadirlo para sacar los heridos y enfermos, pero no hubo más posibilidades.

 “No, capitán, solo hay un camino para que salgan de ahí, la rendición”. El oficial de academia se percató de la ineludible decisión y al mirar al pequeño grupo que le acompañaba, cuya expresión en el rostro lo decía todo, exclamó: “Comandante Cienfuegos… aceptamos la rendición incondicional”.

 Después de 11 días de asedio, el 31 de diciembre de 1958 aquel terruño estaba liberado de la tiranía batistiana y esa batalla inmortalizó a Camilo; a quien, desde entonces, el pueblo de Cuba lo conoce como el Héroe de Yaguajay.

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