La Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos y elementos de la mafia de ese país preparaban desde agosto de 1960 uno de los primeros planes de asesinato del Comandante en Jefe Fidel Castro, entre los más de 600 que intentarían en los siguientes 40 años, en ocasión de su viaje a la sede de Naciones Unidas, en New York.

Habían previsto detonar una bomba en la tribuna en la que el Primer Ministro cubano hablaría en un acto de solidaridad en el Parque Central en esa ciudad estadounidense, pero dicho plan quedó neutralizado al ser detenido a última hora por un policía de seguridad que custodiaba el acto, Walter Martino, encargado de instalar los explosivos.  

Se pudiera pensar que solo una banda de facinerosos y locos sería capaz de realizar un magnicidio contra un Jefe de Estado invitado por la ONU, pero ese acto terrorista tenía la luz verde de los altos círculos de gobierno aunque posiblemente acabaría además con la vida de decenas de ciudadanos estadounidenses, incluyendo funcionarios del gobierno, agentes de seguridad y policías de la populosa urbe.

Múltiples documentos prueban esos planes contra Fidel cuando fueron hechos públicos durante las investigaciones realizadas en los años de 1973 a 1975 por el Comité Selecto del Senado, que indagó acerca de las actividades de la comunidad de inteligencia y en particular los planes de asesinato a dirigentes políticos extranjeros.

El Primer Ministro Fidel Castro llegó a New York el 18 de septiembre de 1960 para hablar por primera vez ante el XV Periodo de Sesiones de la Asamblea General y aunque no desconoció el peligro que corría, siempre valoró que se imponía correr el riesgo para hacer valer la voz de Cuba en esa institución, ante las campañas de mentiras y difamación sobre la Revolución elaboradas por las matrices de propaganda norteamericana y replicadas por la inmensa mayoría de los medios en el mundo.    

A menos de 24 horas después de su arribo a suelo estadounidense, la gerencia del hotel Shelburn, donde se hospedaron los miembros de la delegación cubana, en un gesto posiblemente sin precedentes contra un mandatario foráneo y su comitiva en esa ciudad, notificó que debían abandonar dicho lugar y les robaron 5 000 dólares depositados como garantía de pago y ninguna instalación hotelera importante accedió a acogerlos por presiones del gobierno.

Pero la dirección del inmueble no actuaba por propia iniciativa, hoy se conoce que todo ese clima de provocación estaba regido por la metodología de la CIA denominada “asesinato del carácter“, que aplicaba a sus adversarios y que en este caso perseguía quebrar la moral y resistencia de Fidel y sus compañeros para que renunciaran a sus iniciativas ante tales conflictos y peligros, lo cual justificaría la campaña mediática de difamación.

La reacción de Fidel, lejos de todos los pronósticos esperados, fue ordenar de inmediato que se compraran casas de campaña y empacar las mochilas para dirigirse a la sede de la ONU y acampar en sus jardines. Posteriormente todo se resolvió, pues el líder revolucionario decidió aceptar el ofrecimiento solidario de Love Woods, dueño del hotel Theresa, una humilde instalación en el barrio negro de Harlem.

En ese hospedaje, a Fidel y el resto de la comitiva les fue difícil descansar al estar cercado el centro  por multitudes que aclamaban al líder, lo que hizo ganar aún más el prestigio y reconocimiento del pueblo estadounidense al joven revolucionario cubano.

Inclusive, hasta el lugar fue el premier soviético, Nikita Jrushov, a saludar a la comitiva de la Isla y brindarle su solidaridad. 

El 26 de septiembre de 1960, el entonces Primer Ministro cubano pronunció su memorable discurso en la XV Asamblea General de las Naciones Unidas, en el que expresó “el caso de Cuba es el caso de todos los países subdesarrollados y colonizados”, con lo cual prefiguró lo que sería el movimiento de los Países No Alineados, y denunció como los imperialistas, con EE.UU. a la cabeza, explotaban y reprimían a los movimientos nacionalistas y revolucionarios de las naciones del Tercer Mundo.

Se refirió a las agresiones imperialistas y la esencia de colonia yanqui que fue la Antilla Mayor desde la instauración de la república en 1902, bajo la intervención de las tropas estadounidenses que frustraron el proceso independentista e impusieron el apéndice de la Enmienda Platt en su constitución

Fidel Castro consolidó su estatura de dirigente revolucionario mundial y ganó su batalla en New York, lo cual se evidenció en su intervención que levantó atronadores aplausos, como pocas veces se habían producido en la sede de esa organización: “¡Desaparezca la filosofía del despojo, y habrá desaparecido la filosofía de la guerra! ¡Desaparezcan las colonias, desaparezca la explotación de los países por los monopolios, y entonces la humanidad habrá alcanzado una verdadera etapa de progreso!”, sentenció el orador.