CAMAGÜEY.- Esta tierra fue testigo de importantes hechos de la historia patria, como ocurrieron muchos otros en toda la nación. Mas, entre tantos orgullos, resalta que esta región ubicada casi al centro de la Isla fuera la escogida para celebrar la primera Asamblea Constituyente convocada a solo seis meses de iniciada la primera de las guerras anticolonialistas.

Sobre aquel día expresó el Héroe Nacional cubano, José Martí: “No tuvo Cuba día más bello que el 10 de abril de 1869”. No por casualidad escogió esa fecha en 1892 para fundar el Partido Revolucionario Cubano, órgano necesario para alcanzar la unidad imprescindible en las luchas por la independencia del dominio español.

Pasados 152 años de aquella reunión, Cuba se ratifica como un Estado socialista de derecho y justicia social, defiende la libertad plena, la igualdad de las mujeres y enarbola la misma bandera.

A propósito de la aprobación de la actual Carta Magna el General de Ejército Raúl Castro, Primer Secretario del Comité Central del Partido destacó: “La Constitución que proclamamos hoy es continuidad de aquella primera, en tanto salvaguarda como pilares de la nación, la unidad de todos los cubanos y la independencia y soberanía de la Patria”.

Como toda obra humana tuvo desaciertos: entre los insurrectos ondeaban dos banderas, existían dos propuestas de gobierno y variadas ideas sobre asuntos medulares en la vida de la nación y la organización del ejército. Sin embargo, no hay dudas de que Guáimaro marcó un momento importante de unidad en la historia y en la consolidación de la nacionalidad cubana.

Al decir de la Premio Nacional de Historia Elda Cento, en su artículo Los misterios de Guáimaro, aparecido en el libro Cuando la luz del mundo crece, sesquicentenario de la Asamblea de Guáimaro: “En el tema de la unidad, Guáimaro representó más: fue la consagración formal del proceso unitario hacia lo interno de cada una de las regiones, en tanto ellas constituyen, tanto su base, como el escenario práctico donde este se expresa, un espacio físico, tangible, donde la mentalidad asume la existencia de caudillos, más exactamente de “grupos regionales caudillistas” no muy dispuestos, en todos los casos, a acciones de concierto. (…). Asiste razón a Armando Cuba cuando asegura que la ‘revolución alcanzó fuerza gracias a la unidad de Guáimaro, pese a todas sus imperfecciones’ y en particular, cuando invita a reflexionar, no solo sobre ‘lo que se logró’, sino sobre ‘lo que se evitó’(…)”.