CAMAGÜEY.- La estirpe rebelde de los camagüeyanos siempre ha sido protagonista, cuando emerge el tema de las luchas por la independencia de Cuba.“Camagüey fue una de las primeras provincias que se alzó en armas en el año 1868 (..) tuvo un Ignacio Agramonte (…) a un Cándido González (...) Los obreros camagüeyanos secundaron (…) y respondieron como pocos lugares en la huelga del 9 de abril”, dijo el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, un 12 de abril de 1959, en una concentración campesina celebrada en nuestro territorio. De esa última acción afloran los recuerdos, mientras transitamos por el aniversario 63 de esos sucesos.

Desde la Sierra Maestra, hasta el llano, llegaron claras las órdenes del Líder Histórico de la Revolución, el 26 de marzo de ese año: “(…) Todos los trabajadores cubanos, cualquiera que sea su militancia política o revolucionaria, tienen derecho a integrar los comités de huelga en los centros de trabajo. El frente Obrero Nacional (FONU) (...) se ideó como instrumento contra la dictadura. La dirección del FONU coordinará sus esfuerzos con las secciones obreras de las organizaciones políticas y revolucionarias que combaten contra el régimen (...)”.

Con la anuencia de los líderes trabajadores y los comandantes y jefes de los frentes guerrilleros, encargados de coordinar acciones de apoyo, fue seleccionado el día nueve del siguiente mes para iniciar esa patriótica convocatoria. “Nosotros confiábamos en el triunfo de la guerrilla, pero si (…) tuviera fuerzas suficientes para derrotar el Ejército (…) nuestra disposición era apoyar inmediatamente ese movimiento y alentarlo”, dijo Fidel en la décima conmemoración del hecho.

Y la hora cero llegó. Cuando sonaron las once campanadas del reloj, en todo el país, los planes se pusieron en marcha. Todo inició con las transmisiones, de varias emisoras radiales, que llamaron a la población a lanzarse a las calles para mostrar su desobediencia al entonces gobierno de Fulgencio Batista. Para encarar a los esbirros e instituciones que lo representaban y validaban las leyes de un gabinete, sumiso ante las indicaciones de la Casa Blanca.

En la tierra de El Mayor, fue escogida Radio Camagüey para divulgar el comienzo de la insurrección. Se realizó con todo el sigilo posible para no levantar sospechas: en un circuito cerrado sonaba la pista Nena, de la cantante española Sarita Montiel, para que el custodio de la cabina no escuchara el llamado.

Los enfrentamientos se concretaron en múltiples zonas de Cuba: el ataque a la armería de La Habana Vieja, los sabotajes y paros en varias terminales del transporte, el asalto de Matanzas dirigido por Enrique Hart, el descarrilamiento de los trenes, en Jovellanos, la toma de múltiples lugares productivos en Sagua la Grande, por el Movimiento 26 de Julio (M-26-J) y el asedio al Cuartel de Boniato por las milicias de Santiago de Cuba, encabezado por René Ramos Latour, entre otros sucesos.

A tono con aquel contexto, los camagüeyanos no permanecieron a la expectativa. Con el decoro de mambises ilustres, como Agramonte, Salvador Cisneros, Francisco Agüero, Ignacio Mora de la Pera, salieron de sus casas a enrolarse en las protestas. Secundaron la lucha justa contra los opresores, determinados a vencer al igual que los próceres de las contiendas independentistas. Las milicias urbanas, los obreros y las juventudes transformaron a la ciudad cabecera y a Minas en un hervidero de consignas y embistes continuos a las fuerzas de la dictadura.

Aunque el ímpetu era enorme, el empuje de la huelga no fue suficiente y fracasó. Los acontecimientos reflejaron que la masas populares, de la capital, no brindaron suficiente apoyo, la escasez de armamento y la falta de orden en los distintos centros del levantamiento, en la nación, resultaron algunas de las causas que imposibilitaron su éxito. Tras el malogro, el régimen desató una persecución feroz que dejó cientos de víctimas, sin embargo, algunos de los protagonistas, lograron escapar y sumarse a las guerrillas que luego conseguirían el triunfo definitivo, el 1ro de enero de 1959.

“Cuba no tiene miedo, (..) Cuba es todo honor (…) Cuba no podrá volver a ser oprimida ni por nada ni por nadie, Cuba tiene hoy un pueblo que la defiende y un pueblo con millones de cubanos dispuestos a dar su vida por la Revolución”, dijo Fidel aquel 12 de abril en Camagüey, ante el campesinado. La confiable comarca de pastores y sombreros, como llamara a nuestra región, Nicolás Guillén, y la sangre derramada en la Huelga del 9, es la prueba misma de nuestro amor por la soberanía y la tierra en que nacimos.