Hoy proponemos un viaje a aquella semilla de la nación. Acudimos a tres historiadores que compartieron sus puntos de vista para un documental producido por el Centro Provincial de Patrimonio Cultural de Camagüey, con el guion de Ricardo Muñoz Gutiérrez, la fotografía de Norlys Guerrero Pi y la dirección de Alberto Santos Casas.

 

 “El acto fundador de la Asamblea Constituyente convirtió a los cubanos de súbditos en ciudadanos de la nueva República”.

Desiderio Borroto Fernández, investigador guaimareñoDesiderio Borroto Fernández, investigador guaimareño

En la década de 1860, Guáimaro era una villa tendida en la sabana principeña, movida desde el punto de vista comercial. Algunos historiadores refieren que aquí se torcía el mejor tabaco de Vuelta Arriba. Se realizaban dos ferias anuales que atraían a las élites de Puerto Príncipe, Bayamo y Holguín.

Por aquellos años había instalado un reloj público en la torre de la iglesia. También marcaba el tiempo el quehacer ganadero. Toda la semana la villa estaba prácticamente desierta, con los hombres trabajando en las haciendas, y el sábado y el domingo volvía a florecer como una ciudad. Ese fue uno de los motivos por los cuales los independentistas escogieron el sábado 10 de abril para reunirse, discutir y firmar. El pueblo estaba concentrado y podía haber un contacto democrático mayor.

El tinajón es la pieza museográfica más importante de la Casa de la Constitución. Fue obra del alfarero principeño Luciano Martínez y se hizo en la década del ‘60 del siglo XIX. Está ubicado en el entorno del museo, antigua casa de José María García, el patriota que prestó su vivienda para convertirla en el primer capitolio de la nación cubana. De este tinajón tomaron agua Carlos Manuel de Céspedes, Ignacio Agramonte, Salvador Cisneros Betancourt, Francisco Sánchez Betancourt, José María Izaguirre y los constituyentistas.

Los sucesos de abril de 1869, la Constitución, el surgimiento de la República, todavía pueden decirles mucho a los cubanos de hoy. La historiografía tiene un reto en buscar los detalles, en no regodearse con las diferencias sino con los aportes que hizo. Como refiere Martí, en aquella Constitución puede haber una forma que sobre, pero no libertad que le falte. Todavía hay que cohesionar más aquel acontecimiento al devenir histórico posterior, a su conjunción con la labor martiana y de los revolucionarios cubanos hasta nuestros días.

  

Elda Cento Gómez, Premio Nacional de HistoriaElda Cento Gómez, Premio Nacional de Historia

“Tenemos que mirar a Guáimaro más con ojos de sus contemporáneos, y pensar no solo en lo que se logró, sino en lo que se evitó”.

Para llegar a pensar en la unidad de todos hubo que pensar en la unidad de cada una de las regiones en guerra. Se demostró que con entrevistas entre las partes no se solucionaba el problema. Había que sentarse en un lugar.

Guáimaro estaba en poder de los cubanos hacía ciento y tantos días porque los hermanos Arango y Juan Majín Díaz lo tomaron el 4 de noviembre. La correlación de fuerzas estaba a favor de los mambises en Camagüey, otra de las razones de por qué la Asamblea en Guáimaro y luego las posteriores en Jimaguayú, La Yaya y Santa Cruz del Sur —esa transita hasta el Cerro—, se realizaron en las siempre seguras llanuras camagüeyanas.

Guáimaro es un desmentido a la matriz de opinión que seguía fabricando España de que esto era una gavilla de facinerosos sin ley, sin orden. Por eso me parece hermoso el énfasis de aquellos hombres en la manigua para que la república ya comenzara a andar de la mano de los soldados.

Tuvo espacios para mítines, discusiones públicas, tribunas. No estaban solo las personas electas representantes a la Asamblea. Había importantísimos líderes, y quién se puede imaginar que no hablaran en alguno de los mítines. En uno de esos espacios llega el mensaje de la mujer cubana en la voz de Ana Betancourt. El detalle más curioso es si ella hizo la alocución o si fue Ignacio Agramonte. Existen testimonios de las dos cuestiones. Constituye una deuda de la historiografía.

Los funcionarios civiles de la República en Armas no estaban en palacios, sino en el mambisado, sufriendo los mismos rigores y siendo objeto particular de persecuciones de las compañías españolas, es decir, cuánto ha puesto Cuba por su libertad y su soberanía. Ese camino tuvo una de sus cotas más altas en Guáimaro.

 

Ricardo Muñoz Gutiérrez, presidente de la Unión de Historiadores de Cuba en CamagüeyRicardo Muñoz Gutiérrez, presidente de la Unión de Historiadores de Cuba en Camagüey

“Hay diferentes formas de cómo hacer la Revolución, pero hay fe en que con la unidad se puede lograr el triunfo”.

El alzamiento sorprende fundamentalmente a los españoles. España empieza a traer hombres y armas para Cuba, y la correlación de fuerzas comienza a cambiar. La estrategia es acabar la revolución donde nació, en Oriente, y por tanto va la ofensiva de Valmaseda hacia allá. Los orientales tienen que abandonar Bayamo, quemarlo, sufren derrotas. En abril resulta una necesidad imperiosa buscar la unidad de las fuerzas militares para salvar la revolución.

Desde diciembre de 1868 se dieron pasos entre los patriotas camagüeyanos y orientales en pro de esa unidad. Cuando uno revisa el acta de la Asamblea, ve poco debate, salvo dos o tres puntos esenciales. Es imposible que Antonio Zambrana e Ignacio Agramonte hayan elaborado el proyecto de Constitución en horas. Ya había un consenso.

La unión de los revolucionarios cubanos, de los departamentos en la lucha por la independencia, tenía razones para lograrse en el terreno político y militar. Era importantísimo unir las fuerzas combatientes y los recursos en función de vencer a los españoles; y en el plano político permitiría lograr el reconocimiento de otros países.

Muchas veces se ha hablado de las contradicciones políticas entre orientales y camagüeyanos. No había discrepancias ideológicas, porque era independencia o muerte, pero sí había diferencias en cómo hacer la revolución. Los camagüeyanos, por una tradición liberal y democrática, querían una república democrática. Céspedes, considerando las necesidades de la guerra, creía que un poder centralizado y unipersonal facilitaría la contienda.

 

 LA ASAMBLEA POR DENTRO

10 de abril: Primera sesión (mañana): Se constituye la Asamblea con la elección del presidente Carlos Manuel de Céspedes. Segunda sesión (tarde): Lectura del proyecto, discusión del articulado, consensos, proposiciones de enmiendas o adiciones, y aprobación de la Constitución.

11 de abril: Tercera sesión (tarde): Debate sobre la enseña nacional y culminación de la Asamblea Constituyente.

12 de abril: Sesión de la Cámara de Representantes. Investidura de Céspedes (Presidente de la República) y Manuel de Quesada (General en Jefe).

Fuente: Guerra de los 10 años, de Ramiro Guerra.