Aún en estado deplorable y sin siquiera saber por dónde partiría, Fidel insistió en que si reparaban aquel yate su expedición se iría para Cuba en el Granma, cuyo nombre constituye una abreviación en inglés de Grandmother: abuelita.

Antonio del Conde Pontones (el Cuate), un mexicano que tenía la encomienda de adquirir la embarcación, trató de convencerlo de que no podía navegar, porque reclamaba una reconstrucción general, pero así y todo le ordenó la compra de aquella pequeña nave de recreo que en septiembre de 1956 se encontraba en el varadero de Santiago de la Peña.

La sorprendente decisión del hombre incapaz de concebir cosas que no sean descomunales, a juicio del escritor colombiano Gabriel García Márquez, la describe Heberto Norman Acosta, de la Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, en su libro La palabra empeñada. El exilio revolucionario cubano 1953-1956.

El hecho ocurrió de manera fortuita en la pequeña ciudad de Tuxpan, que en náhuatl significa “tierra de conejos”, en la ribera occidental del río que lleva su nombre, adonde acudieron a probar algunas armas en un terreno similar al de Cuba y el Cuate aprovechó la oportunidad para comprobar si le cambiaron la quilla que mandó poner al barco, en vías de compra y abandonado después de que el ciclón de 1955 lo encallara río arriba.

La construcción en madera del Granma data de 1943 en Tampa, Florida, con motor de aceite y una sola cubierta, sin mástil, proa inclinada y popa recta, eslora de 13,25 metros, una manga de 4,76 metros, un puntal de 2,40 metros, tonelaje bruto de 54,88, neto de 39,23, dos motores marca Gray GM y una potencia 225 c/c.

De inmediato, cuenta Norman Acosta, Fidel orientó al armero mexicano que viajara a Miami para entrevistarse con Juan Manuel Márquez, el segundo responsable del legendario trayecto, “el iniciador y el alma de nuestra organización entre los emigrados cubanos…”(Fidel), sobre todo en la recaudación de fondos para llevar adelante los planes insurreccionales, y allí recibió 10 mil dólares del ex presidente Carlos Prío Socarrás.

Tras su regreso a la capital azteca, el Cuate se puso en contacto con el propietario de la nave, el norteamericano Robert Bruce Erickson, y en presencia de Fidel, aceptó su venta en nombre de la Schuylkill Products Company, incluida una casa que tenía en el poblado de Santiago de la Peña, en una operación que alcanzó la suma de 35 mil dólares.

Una vez cerrado el contrato, Antonio del Conde Pontones recibió la orden de comenzar su reparación con vistas a que estuviera listo para navegar cuanto antes, y así lo hizo en medio de la más estricta clandestinidad, en cumplimiento de la misión histórica de llevar hasta Cuba a los jóvenes del Movimiento 26 de Julio.

En su condición de timonel y expedicionario del Granma viajó Norberto Collado Abreu (1921-2010), quien era detectorista (sonarista) de la Marina de Guerra de Cuba, de excepcionales cualidades auditivas y marineras, que en mayo de 1943 su pequeño buque cazasubmarinos CS-13 hundió al submarino nazi U-BOAT 176 en la costa norte de la antigua provincia de Las Villas, hoy Villa Clara, dos años antes de que la Isla entrara en la II Guerra Mundial detrás de Estados Unidos.

Aquel pequeño yate, más bien una cáscara de nuez en medio del terrible oleaje del Golfo, avanzó hasta su desembarco el dos de  diciembre de 1956 por la zona suroriental de Cuba, en el actual municipio costero de Niquero, donde el enemigo diezmó a los 82 expedicionarios acampados, pero 20 formaron un grupo guerrillero en las montañas de Oriente, que sería el núcleo del futuro Ejército Rebelde.

El "Granma" quedó encallado y más tarde ocupado por unidades navales de la dictadura y conducido a la bahía de La Habana, en la cual permaneció hasta el final de la Guerra de Liberación en 1959, de acuerdo con reportes de prensa.

Apenas unos meses después, el seis de febrero de 1959, la Asociación del Comercio y la Industria de la propia rada citadina propuso su restauración y conservación en un museo, y durante una revista naval y aérea en homenaje al reinicio de nuestras guerras de independencia, el Comandante en Jefe Fidel Castro entró al puerto capitalino a bordo de él.

Hoy día en el Memorial Granma, ubicado en el Museo de la Revolución, se exhibe para las presentes y futuras generaciones aquella embarcación, cuya azarosa travesía no ha concluido aún, y su principal conductor, Fidel, nos sigue trazando el rumbo a seguir.