CAMAGÜEY.- El punto más avanzado y de mayor peligro fue la posición del joven Ignacio Agramonte en el combate de Ceja de Bonilla, a unos 27 kilómetros al nordeste de la ciudad de Puerto Príncipe -hoy Camagüey- el 28 de noviembre de 1868, donde se distinguió por su bravura entre los 150 cubanos que enfrentaron a más de 800 españoles.

La acción constituyó la primera librada por las huestes mambisas del Camagüey que unos días antes, el cuatro de noviembre, se habían levantado en armas en Las Clavellinas para incorporarse a la Guerra de Independencia declarada por Carlos Manuel de Céspedes el 10 de octubre de ese mismo año.

“… en Bonilla se portó Ignacio muy valiente y bien; en un principio rechazó a más de media docena de soldados que intentaron llegar hasta él, mas habiendo sido herido levemente, su primo y concuño Eduardo (Agramonte Piña), muy al principio de la acción, dejó el campo para acompañarle y llevarle”.

De esta forma, Salvador Cisneros Betancourt describió el desempeño del naciente genio militar camagüeyano en ese enfrentamiento con las tropas peninsulares, el cual tenía como objetivo impedir el avance hacia Oriente del Conde de Valmaseda, quien desde Puerto Príncipe se dirigía a Nuevitas para proseguir hacia Oriente y sofocar el levantamiento en esa región.

Desde la noche del día 27, el general Augusto Arango, jefe de las huestes camagüeyanas, preparó una emboscada para sorprender al enemigo ante la proximidad del tren que transportaba a los españoles, pero la estrategia falló cuando en la mañana del 28, un disparo escapado puso sobre aviso al adversario y precipitó el combate.

Inmediatamente, las tropas hispanas se desplegaron en guerrilla en las inmediaciones del puente por donde cruza la vía férrea y su artillería entró en acción lanzando más de 20 proyectiles con metralla contra las filas insurrectas, las cuales se mantuvieron en las posiciones ocupadas respondiendo con el fuego de su escaso e inferior armamento, según refieren fuentes bibliográficas.

En estas condiciones el combate se prolongó por casi tres horas, mientras la vanguardia de la columna ibérica prosiguió el avance por tierra y logró salir del área de alcance de las armas insurrectas, pero entonces el fuego de las tropas libertadoras se concentró en la retaguardia cuando el tren, que había quedado atrás, llegaba al lugar de la acción.

Ese momento resultó el de mayor número de bajas para el ejército español, que reportó 12 muertos en el enfrentamiento y más de 50 heridos, aunque finalmente Valmaseda pudo salir de la ofensiva y proseguir su avance.

Este combate entre las fuerzas camagüeyanas, con predominio de jóvenes revolucionarios de la ciudad de Puerto Príncipe, y las hispanas comandadas por el experimentado general Blas Villate -Conde de Valmaseda-, dejó un saldo de dos muertos para los insurrectos.

A partir de este encuentro bélico, Agramonte inició un ascenso constante en el quehacer militar que lo llevó a ostentar el grado de Mayor General del Ejército Libertador y ser uno de los principales líderes políticos de la insurrección hasta su muerte en acción, el 11de mayo de 1873, en el potrero de Jimaguayú, al sur de Puerto Príncipe.