SANTA CRUZ DEL SUR, CAMAGÜEY.- La necesidad de tomar las armas y volver a la manigua era la única manera  que los jefes mambises, las fuerzas insurrectas y el propio José Martí, principal organizador de la guerra necesaria desde el exilio, concebían para obtener la auténtica independencia.

En los primeros días de haber iniciado la gesta de 1895, desembarcó por el puerto de esta localidad el Capitán General español Arsenio Martínez Campos, quien dialogó durante más de seis horas con influyentes personalidades de la jurisdicción principeña.

Luego, en el mes de abril del propio calendario se produce en la finca San José de Jobabo el levantamiento armado de Francisco Recio del Castillo, al frente de 25 hombres, el cual constituye el primero de los alzamientos de la contienda en estos predios.

El levantamiento tuvo el mérito de contrarrestar la acción pacifista de los autonomistas y su pesimista propaganda.

Mauricio Montejo Jústiz, hijo de familia acomodada de la ciudad de Puerto Príncipe (hoy Camagüey), en las últimas jornadas de ese mes, cabalga con ocho camaradas de ideales hacia la finca La Larga de Guaicanamar, de su propiedad, a esperar nuevas órdenes.

Unas horas después fue asaltado por el jefe de la Policía del emporio principeño, el Capitán José de la Torre y una numerosa fuerza bajo su mando, quienes siguieron al sedicioso desde el mismo momento que partió hacia el apartado sitio.

Montejo y algunos de los subordinados lograron escapar. El enemigo pudo apresar a varios de ellos, causándoles la muerte en el inesperado enfrentamiento al sargento Juan Sánchez y el soldado Pascual Nápoles.

El cabecilla se retira a la finca Monte Grande, donde sostiene una plática con oficiales comandados por el General peninsular al frente de Puerto Príncipe, quienes le propusieron partiera al extranjero facilitándole cuanto recurso requiriera, pero el rebelde camagüeyano no estuvo de acuerdo, sin embargo quedó quebrantado su sedicioso plan.

*Fuente: Santa Cruz del Sur en las guerras de independencia, de los autores Vilfredo Avalo Viamontes y Emilio Ricardo Fonseca Amador.