En la mañana del 25 de abril de 1974, la capital de Portugal, Lisboa, y otras ciudades del país eran tomadas por tropas del ejército sublevadas contra la dictadura colonialista con gran apoyo popular, simbolizado en los claveles rojos de esa primavera entregados profusamente a los soldados. Había triunfado la Revolución de los Claveles.

El nuevo gobierno lusitano accedió a la independencia de sus colonias en África, especialmente en Angola donde desde 1961 se libraba una guerra de liberación iniciada por el Movimiento por la Liberación de Angola MPLA, dirigido por Agostinho Neto, que hacía insostenible a la arcaica metrópoli mantener su dominio en la región.

La fecha acordada fue el 11 de noviembre de 1975 para la proclamación de la independencia angolana y la entrega del poder por las fuerzas colonialistas al MPLA, en Luanda, capital de Angola. Pero para la nueva nación el camino inmediato no sería nada fácil.

Una coalición encabezada por Estados Unidos, aliados de la OTAN, Sudáfrica, sectores reaccionarios portugueses opuestos a la descolonización, Zaire y fuerzas fantoches de las llamada Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA) y el Frente Nacional de Liberación de Angola, ambas apoyadas directamente por la CIA, se acercaban rápidamente a Luanda para tomar la capital antes del 11 de noviembre y hacerse del poder.
En esas difíciles condiciones Agostinho Neto y la dirección del MPLA solicitaron la ayuda militar a Cuba.

Como respuesta, bajo la conducción del Comandante en Jefe Fidel Castro y el Ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias Raúl Castro Ruz se inició a principios de noviembre la Misión Militar Internacionalista de Cuba en la República de Angola, denominada Operación Carlota, como homenaje a la negra lucumí Carlota, quien en 1843 encabezó una sublevación de esclavos en el ingenio Triunvirato, en la provincia de Matanzas, y que fue descuartizada para escarmiento de sus seguidores.

Para cumplir con este compromiso se realizó una gran movilización y preparación en tiempo récord de miles de combatientes internacionalistas que llegarían a Angola por vía aérea y marítima, incluyendo medios de combate que serían decisivos para consolidar la independencia de ese país.

En la región de Quifangondo, a escasos 22 kilómetros de Luanda, el día 10 de noviembre de 1975, una fuerte columna sudafricana, junto a tropas de Zaire, mercenarios europeos y traidores angolanos apoyados por tanques y artillería fueron diezmadas por el volumen de fuego de las piezas reactivas y BM 21 manejadas por los artilleros cubanos, lo que convirtió el avance de los agresores en una desenfrenada huída ante las fuerzas combinadas de angolanos y cubanos.

También desde Cabinda, territorio enclavado en la República del Congo, el ejército regular de Zaire y otra agrupación traidora, el Frente de Liberación del Enclave de Cabinda (FLEC) junto a mercenarios blancos, tenían como objetivo ocupar ese territorio rico en petróleo y avanzar sobre Luanda, pero también resultaron derrotados.

Con estas primeras victorias por fin el 11 de noviembre se pudo proclamar la Independencia de Angola en Luanda, aunque los enemigos de la Revolución angolana mantendrían su hostilidad y agresiones por lo que la Operación Carlota se extendió durante 15 años y tuvo decisivo triunfo en la batalla de Cuito Cuanavale, desde diciembre de 1987 a marzo de 1988.

En esas jornadas las fuerzas angolanas y cubanas junto a guerrilleros de la Organización del Pueblo de África Sudoccidental (SWAPO), nuevamente como en 1975, se enfrentaron a los renovados intentos colonialistas, pero esta vez se le rompió la espina dorsal al régimen racista de Pretoria y se consolidó la soberanía de Angola, se abrió paso a la independencia de Namibia y para la propia liberación de Sudáfrica del abominable régimen del apartheid.