CAMAGÜEY.- “Fidel, Raúl, Camilo y el Che: ¡Caché, caché, tremendo caché!”. La pegajosa e inolvidable tonada la gritaban a los cuatro vientos los jóvenes del preuniversitario Arbelio Ramírez, de Ciudad Libertad, La Habana, en 1962.

A Camilo, el joven de carisma indiscutible, todos lo idolatraban sin conocerlo personalmente por su sonrisa casi perenne, sus hazañas en la Sierra Maestra y el llano, la invasión y la lucha en Las Villas y la toma de Yaguajay. El pueblo aprendió a quererlo de oído, porque era una voz estelar en las noches de Radio Rebelde.

Ahí están sus palabras cuando Fidel lo ascendió a Comandante: “No dejaría de ser fiel a su confianza”. O lo que respondió cuando le propusieron jugar en otro equipo: “Contra Fidel ni en la pelota”. Ese era Camilo Cienfuegos Gorriarán.

Se le conocía como El Señor de la Vanguardia, el Héroe de Yaguajay, el único que, con sus jaranas, vulneró el serio carácter del Che.

Sus “camiladas” de cubano “rellollo” le hicieron dueño de la simpatía de todos y de la confianza de Fidel: “¿Voy bien, Camilo?”. También a él llamó tarde en la noche del 20 de octubre de 1959, por la traición que se gestaba, y le orientó esperar a la madrugada para ir a Camagüey, pero él amaneció en la tierra agramontina.

En el cubil sorprendió al sedicioso, acostado, sacó papeles doblados de su camisa y los tiró sobre la cama. “Ahí tienes la respuesta de Fidel a tu renuncia”. Después de leer las notas, en silencio, dijo: “Comprendido”. Camilo le ordenó: “¡Vístete y vamos!”.

Ese día Fidel, ante el pueblo reunido frente a la comandancia, explicó el meollo del plan y Camilo condenó aquella acción. Por la noche, en el Canal 11 de televisión de la ciudad de Camagüey, enfatizó: “Hombres puede haber traidores, pero pueblos no, y menos el de Camagüey”.

Cinco meses antes, el 1ro. de mayo de 1959, en el Casino Campestre, habló de la creación de las Milicias, y reclamó no olvidar a Alfredo Álvarez Mola, quien venía desde la Sierra en la invasión como guía, esfuerzo que le agotó, y hubo que dejarlo para que se recuperara en territorio de Najasa, pero fue delatado y asesinado.

El 28 de octubre, tras trabajar en los cambios de la jefatura militar de la provincia, ya en el aeropuerto de Camagüey, ante una pregunta del comandante Arsenio García Dávila esbozó una sonrisa traviesa: “Haré una escala en Varadero”.

El Cessna alzó vuelo y se perdió en el horizonte, con combustible suficiente para llegar a La Habana, y la amenaza de una tormenta, algo que sabía, pero su temeridad obvió. Luego, infructuosamente, se buscó por tierra y mar.

Nunca antes el pueblo de Cuba había sentido tanta tristeza y dolor, cuando Fidel anunció su pérdida insuperable, pero vio el futuro: “En el pueblo hay muchos Camilos”.

Hoy, 58 años después, Camilo, el Che, Fidel y otros combatientes ejemplares, acompañan a Raúl, y guían a nuestro pueblo hacia nuevas victorias en la edificación socialista, esta vez contra un imperio en una fase superior que insiste en dominar el universo y lograr un “pensamiento único”, apoyado en el elevado desarrollo científico-técnico.

A inicios de 1959, Fidel nos alertó que: “la verdadera Revolución mucho más difícil empieza ahora”. Por eso los cubanos debemos seguir luchando, con la herencia de rebeldía legada desde hace más de 525 años por nuestros aborígenes, y fraguada en la mezcla de hispanos, africanos, y mujeres y hombres de todo el mundo. En ese crisol se forjó nuestra cubanía e idiosincrasia, y los pensamientos de Fidel por la libertad plena.