Cercano al crepúsculo del cinco de marzo de 1928, el pescador Ángel Prado Pérez maniobró su chalupa hasta embarrancar en una ensenada de la Bahía de La y se aprestó a abrir un gran tiburón capturado en la mañana, pero solo le bastó un corte para que del escualo emergiera una mano y un antebrazo entre restos de una chaqueta y camisa, prueba de un crimen que acercaría el fin de la dictadura de Gerardo Machado.

Aquellos despojos pertenecían a Claudio Bouzón, obrero comunista de origen gallego detenido y desaparecido por la policía, junto a su compañero Noske Yalob, durante la noche del 14 de enero de 1928, cuando fueron sorprendidos mientras pegaban carteles contra la realización en La Habana de la VI Conferencia Panamericana desarrollada bajo los auspicios del imperialismo norteamericano ese mismo mes.

Después de derrotada la dictadura se conoció que Bouzón y su camarada habían sido conducidos a la Fortaleza San Carlos de la Cabaña y asesinados a golpes con una barra de acero por orden del dictador, y sus cadáveres arrojados a la rada para que fueran despedazados por los tiburones. Ante la prueba de su culpabilidad, Machado ordenó la prohibición de la pesca de escualos en el litoral habanero, lo que tributó un escándalo adicional a la triste historia.

El propio día del macabro hallazgo ocurrió algo sin precedentes en la ciudad. El dictador se reunió con sus seguidores para determinar el cambio en la Constitución y la realización de unas elecciones amañadas para continuar en el cargo por seis años más, lo cual no contemplaba la Carta Magna de ese entonces.

Así, con esta llamada “prórroga de poderes”, se levantaría el rechazo de casi todos los sectores de la sociedad cubana, incluyendo partidos tradicionales burgueses.

En una visita a EE.UU., Machado anunció esos planes ante representantes de los principales intereses de la banca y empresas de ese país en la Isla, y les prometió que “las revoluciones han terminado para siempre en Cuba", con lo cual obtuvo el apoyo de su auditorio y un representante de los reunidos le respondió: “Poco importan los medios. Lo único que deseamos es que tan buen administrador permanezca largo tiempo en el poder".

Pero esta maniobra y su reflejo en la prensa oficial fue contrastada por la reacción de la opinión pública nacional ante el crimen que demostró la especial saña del tirano contra el Partido Comunista, y ayudó a consolidar el prestigio y liderazgo de esa organización dentro de otras fuerzas del frente oposicionista.

Como respuesta a la oposición, los asesinatos y atropellos del gobierno se fueron multiplicando, ordenados por un dictador que se consideraba inmune y rodeado de una cofradía que llevó la adulación a extremos surrealistas.

Según Alejo Carpentier en su artículo Gerardo Machado. Retrato de un dictador, una, figura del clero reaccionario de la época al terminar un sermón proclamó: (…)”Hijos míos... Dios en el cielo y Machado en la tierra”. Otro ejemplo fue la respuesta de un miembro de su cortejo que al preguntarle Machado la hora le contestó: "¡La que usted quiera, General!"

No obstante, el desarrollo del movimiento revolucionario no pudo ser detenido y el conteo regresivo del fin del gobierno comenzó con la primera huelga general del 20 de marzo de 1930.

Las consignas y objetivos de esta huelga movilizaron a más de 200 mil trabajadores y empleados, paralizaron prácticamente al país y denunciaron el entreguismo del régimen al imperialismo norteamericano y la explotación de los obreros, y aunque las acciones conciliadas no pudieron alcanzar todos sus propósitos, sus experiencias aportaron lecciones importantes a los revolucionarios y prepararon a sus dirigentes para batallas futuras.

Con esa experiencia previa, la huelga general de 1933, que se extendió desde el cinco de agosto hasta el 12 del propio mes a favor de reivindicaciones económicas, se fue radicalizando con la participación de las masas obreras agrupadas en la Conferencia Nacional Obrera de Cuba y en el Directorio Estudiantil, dirigidos por el Partido Comunista y encabezado por Rubén Martínez Villena, que paralizó el país hasta culminar con la caída de la dictadura.

No obstante, la Revolución del 33 –como se le conoce- fue frustrada por Estados Unidos y sus aliados internos, principalmente el ejército encabezado por Fulgencio Batista, quien cerró el ciclo revolucionario de la época y se convirtió en el nuevo hombre fuerte del imperialismo yanqui para los próximos 25 años, hasta que el ataque al Cuartel Moncada en 1953, dirigido por Fidel Castro Ruz, abrió la última y definitiva etapa de liberación nacional que culminó con el triunfo del primero de enero de 1959. dad de romper la cadena de victorias surorientales y demostrar su valía. Al menos eso esperan sus integrantes. A todas luces, Granma en su rival a derrotar.