CAMAGÜEY.- José Martí nunca visitó la otrora Villa de Santa María del Puerto del Príncipe, actual Camagüey. A pesar de eso, el territorio agramontino sí formó parte de la vida del Apóstol, pues sentía admiración por esta región y estuvo vinculado a personas nacidas en la tierra del Mayor y acontecimientos aquí ocurridos.

Desde temprana edad comenzó la buena estima de Martí a Puerto Príncipe, pues la camagüeyana Mercedes Quintanó, madre de su amigo Fermín Valdés Domínguez, hablaba maravillas de su ciudad natal.

Sucesos trascendentales ocurridos en Camagüey durante la Guerra de los Diez Años, dejaron grata impresión en Martí. Uno de los más importantes, la Asamblea de Guáimaro, sirvió de inspiración para su artículo El 10 de abril, que publicó en el periódico Patria con motivo del decimotercer aniversario del hecho histórico:

“Guáimaro libre nunca estuvo más hermosa que en los días en que iba a entrar en la gloria y en el sacrificio”.

En una carta que envía al Generalísimo Máximo Gómez, con vista a los preparativos de la Guerra Necesaria, se evidencia el importante papel que concedía a esta región para la reanudación de la lucha armada:

“ni al Camagüey ni a ninguna otra comarca, pero sobre todo al Camagüey, la dejaremos de la mano”.

El Doc. Luis Álvarez Álvarez, Premio Nacional de Literatura, contempla en su investigación Camagüey y la obra martiana, que más de ciento veinte camagüeyanos son mencionados por Martí en sus Obras completas. A El Mayor Ignacio Agramonte y Loynaz lo calificó como “diamante con alma de beso” en el ensayo Céspedes y Agramonte. También hizo ilusión a Salvador Cisneros Betancourt, Eduardo Agramonte Piña, Carlos J. Finlay, Juan Arango, Ramón Agüero, entre otros.

Además, el Apóstol mantuvo amistad con Enrique Loynaz del Castillo y Frank Agramonte.

Una de las personalidades principeñas de mayor trascendencia en la vida de Martí fue su esposa Carmen Zayas Bazán, con la que tuvo un hijo: José Francisco. El joven “Ismaelillo” vivió su infancia y su adolescencia en la casa ubicada en la actual calle Antonio Luaces No 109.

 

Ricardo Ferrer Aluija, estudioso de la historia nuevitera, contó que el Apóstol también escribió de esa localidad, y no son pocas las calles, las escuelas, los parques, las instituciones que hoy lo honran aquí, nombránsose como él.

Tal y como reflexiona Luis Álvarez, Martí, sin haber visitado Puerto Príncipe,

“nos enseña hoy a conocer el pasado fecundo de esta ciudad y a revivir a muchos de las mujeres y hombres que en ella vivieron. El Puerto Príncipe que se advierte en los textos martianos, es una imagen conformada por sus largos y variadísimos contactos con la gente, ya que no con el entorno geográfico específico de la región.

“Los camagüeyanos que Martí retrata son seres humanos dotados de excepcional altura moral, capaces de sacrificio, ajenos a la mentira, entregados a la obra magna de construir una patria libre del sojuzgamiento colonial y de las cegueras caudillistas.

(...)

“En buenas cuentas, ¿qué aporta el Puerto Príncipe a Martí, que nunca pudo visitarlo ni integrarse a su palpitar cotidiano y tangible, ni tan siquiera durante un breve lapso, como sí le sucediera en La Habana? El Puerto Príncipe que se observa en sus escritos es una apreciación de su interrelación con la región a través de sus factores humanos”.