El 13 de junio de 1910 muere en La Habana Fermín Valdés Domínguez , el amigo del alma de José Marti, y quien tuvo una intensa y exitosa vida como patriota, médico y científico, a pesar de su origen humilde como hijo de la Casa de Beneficencia en la que fue entregado junto con su hermano a los pocos días de nacer, en julio de 1853.

Para ese entonces, José Mariano Domínguez Salvajauregui servía como capellán militar en el Castillo del Príncipe, pero su condición no le impidió hacerse de una modesta fortuna en negocios de compra y venta de inmuebles, y que en su vejez propició que su hermana adoptara a Fermín y a su hermano Eusebio para él hacerlos sus herederos.

El noble sacerdote tenía en su biblioteca los textos de los promotores de las ideas de la Revolución Francesa de 1789, libros que fueron leídos por Fermín y su condiscípulo José Martí, cuando coincidieron en el Colegio San Anacleto y en el de San Pablo.

Fermín Valdés Domínguez ganó desde su adolescencia un lugar en la historia de Cuba por la actitud que tuvo para proteger a su amigo ante un tribunal militar español, el cual juzgó a ambos en 1869 por elaborar una carta calificando de traidor a un compañero por su incorporación al cuerpo de voluntarios.

Ante la sorpresa de los jueces, ambos dijeron ser autores de la misiva, pero Martí por sus acreditadas posiciones independentistas fue declarado culpable y condenado a seis años de encierro y Fermín a seis meses.

Valdés Domínguez reinició sus estudios después de cumplir su condena y en 1871 figuró entre los estudiantes de primer año de medicina acusados de profanar la tumba de Gonzalo de Castañón, periodista integrista, y nuevamente corrió el riesgo de ser ejecutado por las autoridades peninsulares.

Resultó entonces condenado a seis años de prisión, junto a otros sobrevivientes de aquel crimen en el que fueron fusilados ocho de sus compañeros, e inicia nuevamente su existencia de preso hasta que un indulto real cambió su condena por deportación a España en 1872, pero el sufrimiento no quebró sus ideales y ratificó su decisión de demostrar la inocencia de sus hermanos.

En Madrid se reúne con José Martí, y juntos viven una etapa agradable de juventud y fortuitas aventuras de amor, a la vez que continúan sus estudios, aunque sin abandonar sus compromisos con la Patria, lo cual se evidencia en una proclama redactada por Martí y firmada por Fermín, en el primer aniversario del 27 de noviembre.

Culminó su carrera en 1876 y regresó a la Isla con la intención de establecerse como galeno, se casó con Consuelo Quintanó Ramos y en poco tiempo se distinguió como médico e investigador científico sobre la prevención de enfermedades infecciosas por lo que fue aceptado en instituciones científicas, fraternales y sociales de la época como la Sociedad de Amigos del País y el Nuevo Liceo.

En lo político, durante la llamada Tregua Fecunda militó en el Partido Autonomista, en el cual se destacó por su oratoria y liderazgo que le abrieron las puertas de la sociedad ilustre del momento.

Desde esa posición reivindicó para la historia la inocencia de los estudiantes fusilados el 27 de noviembre de 1871, al obtener del hijo de Gonzalo de Castañón -de visita en La Habana en 1887- el testimonio por escrito de que la tumba de su padre no había sido profanada, lo cual favoreció sustancialmente la prédica martiana de la “Guerra Necesaria” entre el pueblo cubano conmovido ante el crimen cometido solo 16 años antes.

En esa ocasión Martí le escribió y se refirió al alcance de su denuncia: ”Si por desdicha hubiésemos estado en guerra, podría decirse, Fermín, que tú solo has vencido a muchos batallones”.

Poco después se decepcionó de los politiqueros autonomistas y se separó del movimiento en momentos en que ya tenía un prestigio en la sociedad habanera, y se aprestó a seguir el camino de la independencia de su Patria.

En 1894 Fermín partió para Nueva York y se instaló en Cayo Hueso, donde vio a Martí.

Se incorporó a la manigua poco después de la caída en combate del Héroe Nacional, obtuvo el grado de coronel y ocupó las jefaturas de la Sanidad Militar del Ejército Libertador y representó a Camagüey en la Asamblea Constituyente de Jimaguayú.

Terminada la Guerra de Independencia, Valdés Domínguez volvió a su faena de médico y se opuso al anexionismo.

A los 56 años de edad, fiel a los principios que abrazó desde la adolescencia, muere dejando tras de sí la certeza de que fue el amigo del alma de José Martí.

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