CAMAGÜEY.- “La sociedad no se comprende sin orden, ni el orden sin un poder que lo prevenga y lo defienda, al mismo tiempo que destruya todas las causas perturbadoras de él”.

La expresión de Ignacio Agramonte Loynaz corresponde a su discurso en el acto de recibir la investidura del grado de Licenciado en Derecho Civil y Canónico, ante el Claustro de la Real Universidad de La Habana, el 8 de junio de 1865, razón por la que en Cuba se celebra  el Día del Trabajador Jurídico.

No tuvo mucho tiempo nuestro Mayor, como trascendió en la historia el jefe militar camagüeyano durante los primeros cinco años de la Guerra Grande, – iniciada el 10 de octubre de 1868 en la que él cayó en combate el 11 de mayo de 1873 – sin embargo desde sus días de estudiantes defendió con mucha fuerza los derechos del individuo, al considerarlos “inalienables e imprescriptibles, puesto que sin ellos no podrá llegar al cumplimiento de su destino”.

Sobre el tema argumentaba que “La ignorancia, el olvido o el desprecio de los derechos del hombre son las únicas causas de las desgracias públicas y de la corrupción de los Gobiernos".

Asuntos como la verdad, la justicia, la razón, la libertad de pensamiento y su materialización en la palabra, las formas de gobierno, conceptos claves como el de unidad... fueron aspectos abordados en la memorable oportunidad, en la que incluso consideró a la prensa como la representación material del progreso, como “un medio de obtener las libertades civil y política, instruyendo a las masas, rasgando el denso velo de la ignorancia, hace conocer sus derechos a los pueblos y pueden estos exigirlos”.

Señalaba entonces Agramonte que: “La libertad de obrar consiste en hacer todo lo que le plazca a cada uno en tanto que no dañe los derechos de los demás... el individuo mismo es el guardián y soberano de sus intereses, de su salud física y moral...”

Dicho así, la interpretación del papel actual tanto de abogados como de periodistas, con independencia de lo abarcador del histórico discurso, mucho tiene que ver con los designios de Agramonte de aquel 8 de junio, con un legado que se extiende a los sentimientos de patriotismo, el ansia de independencia, y por qué no señalar al amor de la pareja y la familia.

Sirva la reproducción del texto como un digno homenaje de los camagüeyanos a quien será por siempre el Héroe Epónimo del Camagüey