Derrocada la tiranía machadista, el 12 de agosto de 1933,  a la cual se había enfrentado con las armas, el joven Guiteras acepta ocupar la Secretaría de Gobernación bajo la presidencia de Ramón Grau San Martín.

  No venía de la nada, como ya dijimos. Provenía de un activo accionar dentro del movimiento estudiantil en el bachillerato y las aulas universitarias.
 
   Su formación de hombre íntegro y valiente bebió de esa savia y del ejemplo de su familia, en la que hubo un abuelo combatiente por la independencia de Cuba.

  Estudiosos han calificado su pensamiento de nacional liberador y de profundamente antiimperialista. Son conocidos y documentados sus encontronazos con el embajador estadounidense de la época, en defensa de las medidas que tomó y en oposición a la injerencia foránea en los asuntos internos de la Isla.

    Tan pronto tomó posesión del cargo, dentro del gobierno de Grau, pone en práctica sus avanzadas ideas revolucionarias y emite decretos  encaminados a la justicia social y laboral y otros que enfrentaban a intereses foráneos.

   Algunas de estas disposiciones marcaron un antes y un después en el panorama político y social del país, en tiempos en que los gobernantes representaban y protegían los intereses de los poderosos y de consorcios estadounidenses, en detrimento de los humildes.

  Ello es un mérito que habría que estudiar más puntillosamente, independientemente de que algunas de esas cruciales medidas como la jornada laboral de ocho horas y el sufragio femenino también podrían valorarse de conquistas peleadas con fuerza por combatientes del sector obrero y el movimiento femenino.

   Como verdadero representante del pueblo dentro de aquel gabinete heterogéneo, auspició la implantación de la jornada laboral de ocho horas, la creación de la secretaría del trabajo, las rebajas de las tarifas de la electricidad y el gas, el sistema de seguros y retiros para los obreros, el salario mínimo, la libre contratación de los trabajadores, suspendió los desahucios y le concedió el voto a la mujer.

   Pero Guiteras fue más allá y, ante la agudización del conflicto de los trabajadores con los dueños de la  llamada Compañía Cubana de Electricidad, nacionalizó aquel consorcio, con lo cual empezó a ser mal visto por Washington.

    Un golpe de estado- organizado por Fulgencio Batista- puso fin al conocido como Gobierno de los Cien Días el 15 de enero de 1934. Guiteras no se amilanó y fundó la Joven Cuba para desarrollar la lucha armada contra el régimen inconstitucional.

   Su vocación revolucionaria volvería a quedar plasmada en el programa de aquella organización, en el cual concebía que la Isla marchara dentro de los ideales socialistas para protegerla de la voracidad del capital financiero externo.

   Debido a su intensa actividad insurreccional contra Batista tuvo que adoptar la decisión de abandonar el país. Una cobarde delación hizo que fuera víctima, junto con el venezolano Carlos Aponte, de las balas pagadas por el tirano, en el lugar conocido por El Morillo, en Matanzas, cuando intentaba abandonar suelo cubano rumbo a México, el ocho de mayo de 1935.

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