Henry Reeve, el brigadier de la caballería mambisa nacido en EE.UU. de apenas 23 años, con diez cicatrices de heridas de combate, fue designado por el Generalísimo Máximo Gómez para dirigir la legendaria caballería camagüeyana el 20 de julio de 1873, tras la caída del Mayor General Ignacio Agramonte.

Enrique el americano, como también le decían, nació en Nueva York el cuatro de abril de 1850 y siendo un adolescente participó en la Guerra Civil en las filas de la Unión, por sus profundas convicciones antiesclavistas, ideales que lo llevaron a contactar a patriotas cubanos y enrolarse en la expedición del vapor Perrit, con la que desembarcó el 11 de mayo de 1869 por la Península de El Ramón, en la Bahía de Nipe, de la antigua provincia de Oriente.

En los primeros encuentros con las fuerzas españolas fue hecho prisionero y fusilado, pero milagrosamente los cuatro impactos de fusil no fueron fatales y abandonado por sus verdugos al considerar que estaba muerto como el resto de sus compañeros, casi arrastrándose y con sus heridas abiertas lo encontraron las huestes cubanas.

Tras recuperarse prestó servicios en varios mandos hasta que se incorporó a las tropas del Mayor General Ignacio Agramonte. Por su valentía temeraria, su don de mando que ejercía con justeza y honradez, se ganó el cariño y la devoción de sus subordinados y jefes que distinguían a aquel joven que aprendió el español y que utilizaba los mismos giros del habla popular de la manigua, pero con un indiscutible acento norteño.

Recibió su primer ascenso a sargento en 1869 y libró más de 100 combates en los que derramó su sangre al ser herido de gravedad en varias ocasiones.

Tuvo que hacerse un aditamento de hierro para sostenerse sobre la montura debido a que una de sus extremidades fue inutilizada por el fuego de un cañón contra el que se lanzó a la carga. Por su brillante hoja de servicios fue ascendido a General de Brigada el 10 de diciembre de 1873.

Ignacio Agramonte escribió al gobierno de la República en Armas la siguiente valoración: “El Comandante Reeve, con sus relevantes cualidades, se hace acreedor de toda mi confianza y creo mi deber prevenir al gobierno de la República favorablemente hacia este joven extranjero”.

Henry Reeve estuvo presente en el último combate de Agramonte en Jimaguayú y asumió interinamente el mando de las fuerzas del Camagüey y secundó a Máximo Gómez cuando este fue designado para sustituir al Mayor. Y El Generalísimo escribió:

“— Reeve es un carácter puramente militar, une a su valor probado, una rectitud y seriedad poco comunes en su modo de mando— de aquí que sus soldados a la vez de un respeto profundo le quieren como a un padre. Sus mejores hombres son negros”(…)”.

El Inglesito solicitó su incorporación al contingente invasor dirigido por Gómez sobre las provincias centrales y se convirtió en su vanguardia al extender sus operaciones a la actual provincia de Cienfuegos y Matanzas, donde enfrentó con éxito a numerosas columnas españolas y llevó la guerra hasta el extremo más occidental del país durante aquella contienda.

Las fuerzas colonialistas lanzaron sobre el General Reeve grandes contingentes de las tres armas para sofocar el fuego mambí y en el combate en la Sabana de Yaguarama, el 4 de agosto de 1876, en la actual provincia de Cienfuegos, resultó herido y fue derribado del caballo pero siguió combatiendo desde el suelo y al agotarse sus fuerzas y municiones se quitó la vida para no caer prisionero.

Quiso la coincidencia histórica que 145 años después de librar el Inglesito su campaña por tierras matanceras y del centro del país siga sus huellas otro contingente, esta vez de batas blancas, nombrado Henry Reeve para salvar vidas de compatriotas en las mismas tierras, hoy afectadas por la pandemia de la Covid-19.