Aunque su nombre parece evocar a un caballero añoso y de cierta parsimonia en el porte, el mayor general Donato Mármol, muerto por estas fechas hace 150 años, debido a contingencias de la guerra, y no por una bala enemiga, fue uno de los más impetuosos y corajudos jefes del Ejército Libertador, con sitial entre los padres fundadores de la Patria, a pesar de su juventud.

Reportes de investigadores históricos sitúan su fallecimiento los días 25 o 26 de junio de 1870, en plena manigua redentora, víctima de la viruela, cuyo proceso de recuperación se complicó con unas fiebres perniciosas y finalmente una conmoción cerebral, de la que no pudo salir.

Las condiciones de vida en un campamento militar insurrecto eran extremas, pues se llegaba a pasar hambre, no había atención médica, la insalubridad era notoria, no disponían de ropas y condiciones de vida adecuadas, y asolaban a los soldados mortales enfermedades de la época como el tifus, la gastroenteritis y la tuberculosis, de alta letalidad.

Ello explica el por qué un hombre fuerte y joven como el general Donato Mármol, acostumbrado a los ejercicios y rigores de la vida campestre, en su condición de dueño de haciendas ganaderas, fuera vencido por un mal que solía cursar como epidemia casi común y silenciosa, a pesar de sus grandes estragos en aquellos tiempos.

Imagen: tomada de ecured.cuImagen: tomada de ecured.cuEn el momento de su inesperado deceso el mayor general Mármol reconcentraba fuerzas mambisas en el campamento bajo su mando, en las cercanías de Palma Soriano, para dirigirse a la toma de la región de Guantánamo, uno de los propósitos más persistentes en su vida de jefe militar.

Consideraba que si el Ejército Libertador se hacía de un sólido dominio en el extremo oriental del país, región de grandes riquezas forestales y promisorios cultivos de café, cacao y caña de azúcar, esto daría fortaleza logística y moral al combate de los cubanos.

¿Cómo había llegado a su destino el joven héroe? Algunos de sus contemporáneos reconocieron a Mármol como uno de los que más había hecho, junto a Carlos Manuel de Céspedes y Francisco Vicente Aguilera, por el estallido de la Guerra de los Diez Años el 10 de octubre de 1868.

Fundador del Comité Revolucionario de Bayamo, junto a Aguilera, Pedro Figueredo y Francisco Maceo Osorio, el 14 de agosto de 1867, participó en las reuniones previas al grito de independencia en San Miguel del Rompe, en Las Tunas, y en El Mijial, donde se aprobó el inicio para el 12 de octubre.

Sus historiadores afirman que Donato Mármol nació en Santiago de Cuba, el 14 de febrero de 1843, hijo de un militar venezolano subordinado al ejército español y de una mujer bayamesa.

Su familia, de abundantes recursos económicos, pasó a vivir muy pronto a la villa natal de la madre, donde el pequeño Donato cursó estudios primarios para luego pasar al Seminario San Basilio el Magno, de Santiago de Cuba.

Se casó muy joven con una acaudalada muchacha bayamesa, y de esa unión nacieron tres hijos.

A pesar de no tener formación militar, eran notorios en Donato Mármol cualidades de mando, organización, estrategia, honradez y patriotismo, además de ser buen jinete, algo que disfrutaba en sus recorridos por sus propiedades en las llanuras del Cauto.

Con el cargo casi inmediato de general, extendido por Céspedes, su pericia se acrecentó debido a su inteligencia y al aporte del entonces soldado dominicano Máximo Gómez, enviado a las tropas por Céspedes, como asesor, lo que resultó en un excelente binomio de campaña, al cosechar las primeras victorias de combate.

Todo el que hurga en la historia encuentra sin falta el referente de haber servido o de haberse formado bajo el mando del general Donato Mármol en héroes y estrategas de la talla del Generalísimo, Antonio Maceo y su hermano José, así como el notorio Guillermón Moncada.

Las tropas de Donato Mármol dieron un respaldo decisivo en el sustento del gobierno de Céspedes durante más de dos meses, luego de la toma de la ciudad por patriotas el 20 de octubre de 1868.

Sin embargo, no pudieron enfrentar la portentosa carga que envió el gobierno de la metrópoli para reconquistar el mando de la primera capital de la República en Armas. Las fuerzas peninsulares eran muy superiores en artillería y hombres.

El 12 de enero de 1869 cayó Bayamo, cuyos habitantes incendiaron la urbe ese mismo día para no entregarla al enemigo.

Después de esto Mármol tuvo un serio diferendo con Céspedes, que lo hizo renunciar a la campaña y autoproclamarse dictador. Pero en poco tiempo el cisma fue solventado por la condición patriótica y la integridad del joven e impetuoso general, con la mediación importante de Aguilera.

Más adelante fue restituido en sus grados y su cooperación fue total con el mando de Céspedes, en quien siempre reconoció la figura central de la Revolución de Yara.

Participó en numerosos combates y organizó la afamada división Cuba del Ejército Libertador, por encargo de Céspedes, que abarcaba las regiones de Santiago de Cuba, Jiguaní, Bayamo. Retomó su proyecto acerca de la fértil tierra del Guaso.

Al morir estaba investido con los más altos honores por su entrega, obra y valentía descollantes. Sin embargo, enterrado posiblemente en secreto debido a la guerra, su tumba no ha podido ser encontrada todavía. Tal vez sea una tarea pendiente de investigadores y patriotas actuales.