El 14 de junio se celebra el natalicio de dos grandes figuras, el del cubano Antonio Maceo y Grajales (1845-1896) y del argentino Ernesto Guevara de la Serna (1928-1967),  a quienes los hermanó en la historia el ideario revolucionario de nuestra región.

Aunque vieron la luz primera en países y tiempos diferentes, hubo coincidencias muy marcadas en el transcurso de sus vidas, desde la entrega a la lucha por la libertad, el antiimperialismo, el latinoamericanismo, el internacionalismo y la audacia y estrategia para llevar adelante una invasión que extendiera la guerra de Oriente a Occidente en Cuba.

Desde el primer día, como soldado mambí, en Maceo se puso de manifiesto su arrojo en el combate, junto a un talento innato como jefe sagaz e imbatible que fue ascendiendo grado a grado hasta obtener las estrellas de general.

El Che, aunque era médico, pidió ser un soldado más en la lucha revolucionaria encabezada por Fidel Castro, y con esa convicción se enroló en la expedición del yate Granma y subió a la Sierra Maestra, donde demostró su valor en las batallas y llegó a Comandante.

En el ideal de Maceo el legado antiimperialista estuvo muy claro, tal como lo demostró en una ocasión, cuando se encontraba de visita en Cuba en 1890 y disfrutaba de un homenaje. Un joven le insistió en la idea de la anexión a los EE.UU. como solución a los problemas del país, a lo cual el Titán de Bronce contestó:

"Creo, joven, aunque me parece imposible, que éste sería el único caso en el que tal vez estaría yo al lado de los españoles".

Rechazó considerar al poderoso vecino del Norte como presunto aliado, cuando muchos en las filas independentistas lo consideraron.

Su convicción se puso de manifiesto al  escribir a su amigo  José Dolores Poyo en 1896 “¿A qué intervenciones ni injerencias extrañas que no necesitamos, ni convendrían? Cuba está conquistando su independencia con el brazo y el corazón de sus hijos; libre será en plazo breve sin que haya menester otra ayuda”.

También le advirtió al coronel Federico Pérez Carbó: “Tampoco espero nada de los americanos; todo debemos fijarlo a nuestros esfuerzos; mejor es subir o caer sin ayuda que contraer deudas de gratitud con un vecino tan poderoso”.

Transcurrieron los años, y en la segunda mitad del siglo XX, Ernesto Che Guevara  recorrió gran parte de América Latina y conoció de primera mano el nivel de sometimiento de esos pueblos al imperialismo.

Al final de uno de sus recorridos escribió: “ (...) El personaje que escribió estas notas murió al pisar de nuevo tierra argentina, el que las ordena y pule, yo, no soy yo; por lo menos no soy el mismo yo interior. Ese vagar sin rumbo por nuestra Mayúscula América me ha cambiado más de lo que creí.”

El Che fue testigo presencial y sufrió la represión del imperialismo y sus lacayos contra el movimiento nacionalista liderado por el presidente guatemalteco Jacobo Arbens, depuesto por un golpe de estado de la CIA en 1954.

 Esa situación se le develó al joven revolucionario en toda su crueldad, pero ayudó a formarlo en su decisión antiimperialista. Fue así que  al coincidir en México  con Fidel Castro y otros revolucionarios  se alistó en la expedición del Granma.

 Desde entonces fue partícipe de la Revolución Cubana, la misma iniciada por Carlos Manuel de Céspedes  en 1868,  y sin proponérselo, tras unos años de duro batallar, otra coincidencia lo igualaría a Maceo al repetir la  invasión de Oriente a Occidente al frente de su columna guerrillera, para  llevar la guerra a toda la nación 60 años después de igual hazaña protagonizada por el Titán de Bronce.

La vocación latinoamericanista e internacionalista del prócer mambí se pudo palpar en su propósito de que  "Cuando Cuba sea independiente, solicitaré al Gobierno que se constituya, permiso para hacer la libertad de Puerto Rico, pues no me gustaría entregar la espada dejando esclava esa porción de América", como afirmó en carta a otro amigo en 1884.

También como Maceo, Ernesto Guevara sintió la necesidad de no cejar en su campaña sin contribuir a  liberar a otro pueblo, pero a diferencia del jefe insurrecto pudo hacer realidad ese compromiso y partió para  Bolivia, donde cayó en combate por la segunda independencia latinoamericana, en  1967.

Son estos pasajes algunos de los aspectos más sobresalientes que unen a Maceo y el Che, y ponen de relieve las coincidencias que los hermanaron para siempre.