Foto: Tomada de ecured.cuFoto: Tomada de ecured.cuCAMAGÜEY.- A principios de 1843 los ocho esclavos heredados de la familia reciben su carta de libertad, con el aval de que se la entregaba “cumpliendo con un deber de humanidad y conciencia”. Tal actitud provoca que las autoridades españolas sometan a Joaquín de Agüero y Agüero a constante vigilancia, al punto de sentirse tan acosado que decide establecer su residencia en Nuevitas.

Además de aquel acto osado, Joaquín no perdía oportunidad para criticar públicamente los desmanes y arbitrariedades del gobierno español imperante en Cuba, por lo que no es de extrañar que integre como fundador la Sociedad Libertadora de Puerto Príncipe, creada de manera clandestina a finales de 1849 con propósitos conspirativos, y preparar el levantamiento armado.

En espera de una expedición independentista que debía arribar en los primeros días de mayo de 1851, e inmerso en los preparativos para secundarla, la mañana del 30 de abril le llega la noticia de que un grupo de compatriotas integrantes de la Sociedad había sido detenido en Nuevitas y en Puerto Príncipe.

Sin pensarlo dos veces, con la mayor cautela, emprende un recorrido por los poblados de San Miguel, Cascorro, Sibanicú, Guáimaro y Las Tunas para contactar con simpatizantes de la causa libertaria, hasta que el 17 de mayo establece su campamento en la loma El Farallón, en las inmediaciones de Cascorro, donde permanece hasta el 27 de junio en compañía de su ex esclavo Gregorio y otros dos compatriotas, y que debe abandonar al ser delatado.

Al atardecer del 4 de julio, en la hacienda San Francisco de Jucaral, en Guáimaro, logra reunirse con un grupo de revolucionarios para redactar y firmar una declaración de independencia, la primera de que se tiene conocimiento en Cuba.

Hasta el presente no hay evidencias de que la fecha haya sido escogida por Agüero para rendir tributo a la proclamación de la independencia de los Estados Unidos (1776), a lo que tampoco hace referencia en la transcripción del acta por ellos elaborada, que con algunas mutilaciones llega a nuestros días, y consigna que:

“…De hecho y de derecho nos constituimos en abierta rebelión contra todos los actos o leyes que emanen de nuestra antigua metrópoli; desconocemos toda autoridad de cualquier clase y categoría que sea, cuyos nombramientos y facultades no traigan su origen exclusivamente de la mayoría del pueblo de Cuba (…) ciertos y seguros de que aventuramos la vida en ello...”.

Hombres como Fernando de Zayas, Miguel y Mariano Benavides, José Tomás Betancourt, Manuel José y Manuel Agustín de Agüero, Augusto Arango, Francisco Perdomo, José Mateo Ponte, Juan Francisco de Torres, Miguel A. Agüero Estrada, Victoriano Malledo, Adolfo Piera, hasta completar más de medio centenar acompañaron al jefe insurrecto, unos caídos en combates, otros apresados, juzgados y condenados a cárcel o a la pena de fusilamiento.

Foto: Lázaro Najarro Pujol / radiocamagueyFoto: Lázaro Najarro Pujol / radiocamaguey

SU MUERTE LLORA EL CAMAGÜEY ENTERO

El 25 de julio de 1851 un pequeño grupo de patriotas fue apresado cuando intentaba huir por Punta de Ganado, en la costa de Nuevitas, con el objetivo de reorganizar desde el exilio la lucha por la independencia de la Patria.

No faltó la propuesta de indulto a cambio del arrepentimiento y una declaración de adhesión a España, lo que recibió la rotunda negativa de Joaquín de Agüero, expresada a través de una carta escrita a su esposa Ana Josefa Agüero Perdomo:

“Sabré sostener mi puesto. Sé bien que la vida me va en ello, pero no me haré traición a mí mismo, siempre he sido fiel a mis principios de honradez y nada recuerdo haber hecho en el transcurso de mi vida que pueda avergonzarme en esta materia. Zayas, Benavides y Betancourt se muestran igualmente grandes e identificados conmigo”.

El 12 de agosto de 1851 los cuatro hombres preferían morir por sus ideales antes que renunciar a ellos. En la sabana de Beatriz Méndez se consumaba la sentencia, con la que el luto invadía a los camagüeyanos; las mujeres se cortaron el pelo para manifestar su inconformidad ante el vil asesinato. Un día impreciso apareció en una cartulina, en la tumba del héroe, este patriótico homenaje:

Víctima infausta de un amor sincero

Sentido por el hombre y por la gloria

Yace aquí el adalid Joaquín de Agüero;

Su nombre guarda la cubana historia,

Su muerte llora el Camagüey entero.