Manuel Hernández Osorio (Miguel en la guerrilla boliviana), tuvo el honor de ser seleccionado en dos ocasiones jefe de la vanguardia de Ernesto Che Guevara, primero en la Columna Ciro Redondo durante la guerra contra la dictadura batistiana y después durante la campaña en Bolivia.

Nació el 17 de marzo de 1931 en la finca El Diamante, en Jiguaní, en el seno de una familia campesina pobre . Solo pudo estudiar hasta el quinto grado porque comenzó a cortar caña con el fin de ayudar al sustento familiar, lo cual le dotó de una complexión física fuerte y resistente al duro trabajo y a las largas marchas por terrenos intrincados.

Esa fortaleza corporal le serviría de mucho para convertirse en un extraordinario explorador en su futura vida guerrillera.

Se inició como obrero en las minas de manganeso de Charco Redondo, donde se vinculó al movimiento revolucionario 26 de julio en acciones de sabotaje realizadas con cartuchos de dinamita de la empresa, hasta que en mayo de 1957 se incorporó al Ejército Rebelde.

El joven campesino se destacó por su arrojo en los combates de Pino del Agua, Las Mercedes, las Vegas de Jibacoa y en otras acciones de rechazo a la ofensiva de la tiranía en el verano de 1958, por lo que fue ascendido al grado de teniente en agosto de ese año.

Formó parte de la columna invasora comandada por el Guerrillero Heroico, que tenía la misión de llevar la guerra al occidente del país, y a pesar de los peligros que representaba la misión claramente expuestos por su jefe, Manuel Hernández Osorio no dudó ni un momento en asumir su puesto y se convirtió en uno de los combatientes más útiles del contingente.

Su grado de capitán y su designación como jefe de la punta de la vanguardia los alcanzó en Camagüey, por su extraordinaria disposición y valentía en una de las etapas más difíciles durante el trayecto por esa provincia, perseguidos muy de cerca por el ejército batistiano y con poco apoyo logístico.

El capitán de 27 años fue el primero en atravesar los últimos pantanos de Camagüey y en abrir el camino a las montañas del Escambray, en el centro de la Isla, donde participó en numerosos combates hasta caer herido en la toma de Fomento días antes del triunfo revolucionario.

Después del primero de enero de 1959 se mantuvo en el Ejército Rebelde, prestó servicios en el MININT y se superó en el arte militar. De nuevo el Che lo seleccionó, esta vez para integrar la Guerrilla en Bolivia y el joven combatiente aceptó, con la misma disposición, compartir la suerte con su jefe de la Sierra.

Cuentan que antes de partir se reunió con su esposa Elvira y sus tres hijos Manuel, Jorge y Maritza y se despidió definitivamente bajo el pretexto de que iba a cortar caña. El 27 de noviembre de 1966 se incorporó al núcleo guerrillero en Bolivia y el 25 de marzo del año siguiente fue ascendido a jefe de la Vanguardia.

Muy pronto, sus extraordinarias condiciones físicas y políticas lo convirtieron nuevamente en un combatiente insustituible al que el Che se refirió en alrededor de 121 ocasiones en el Diario de campaña y comparó su fuerza y voluntad con las de un cíclope, y mostró también atención sobre su estado de salud cuando el 17 de marzo escribió “Miguel tiene los pies hinchados”.

A finales de septiembre de 1967, el ejército cerró más el cerco sobre la guerrilla en una región cerca de La Higuera y el 26 de ese mes, Miguel recibió la orden del Guerrillero Heroico de explorar una zona llamada el Valle del Batán, junto a los combatientes bolivianos Roberto Peredo Leigue (Coco) y Mario Gutiérrez Ardaya (Julio).

Su muerte ocurrió al caer en una emboscada, junto a Coco y Julio. Horas después de conocer la dolorosa noticia, el Comandante Guevara realizó la evaluación póstuma del combatiente: "Muere en la sorpresa de La Higuera. Fue un gran combatiente y un espíritu ejemplar. Una gran pérdida".

Los restos de Manuel Hernández Osorio (Miguel), llegaron a Cuba en 1998 con los del cubano Octavio de la Concepción y de la Pedraja (Moro), y los de los bolivianos Roberto Peredo (Coco), Julio César Méndez Korné (Ñato) y del peruano Edilberto Lucio Galván (Eustaquio), sus hermanos en la guerrilla, y desde entonces descansan en el Memorial de Santa Clara junto a su entrañable jefe.