Foto: Tomada de juventudrebelde.cuFoto: Tomada de juventudrebelde.cuPara honrar a un hombre de tanta sensibilidad y amor hacia sus compatriotas como el Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, nunca faltan flores en el mausoleo erigido en su honor en la cima de la loma de La Esperanza, en el municipio santiaguero de Tercer Frente.

Las estoicas montañas de la Sierra Maestra custodian sus restos, los de su padre Juan Bautista, su madre Rosario Teudola y 38 de sus compañeros caídos en diversas acciones combativas, quienes desde el mármol contemplan a un pueblo capaz de salvaguardar la soberanía que ellos forjaron, como la mejor ofrenda.

Tras su fallecimiento en La Habana, el 11 de septiembre del 2009 y atendiendo a su voluntad, los restos mortales de Juan Almeida Bosque fueron inhumados con honores militares, en el Mausoleo del III Frente Oriental Mario Muñoz Monroy, del que fue fundador y su único jefe.

El pueblo le rindió en cada rincón tributo de respeto y cariño a su memoria, en especial en el Memorial José Martí, de la capital, su cuna, y en la base del monumento a Antonio Maceo de Santiago de Cuba, ciudad heroica a la cual amó hondamente, donde combatió a las fuerzas de la tiranía y posteriormente trabajó al frente del Partido, como Delegado del Buró Político en la antigua provincia de Oriente.

En su Santiago el homenaje póstumo fue conmovedor, cuando al paso del féretro cubierto con rosas blancas y la Bandera cubana el pueblo en las calles lo lloraba y cantaba al compás de La Lupe, frente al Antiguo Ayuntamiento, o de otras de sus obras emblemáticas camino a la Plaza de Marte o a la Ciudad  Escolar 26 de Julio, en el otrora Cuartel Moncada.

Precisamente en 2013, en ocasión del aniversario 60 de esa gesta, de la cual él fue uno de sus osados asaltantes, le nació otro centinela a la Plaza de la Revolución Antonio Maceo, con el emplazamiento de una imagen gigante del Comandante Almeida, a un costado del Teatro Heredia, en la legendaria urbe.

Desde entonces se siente más honrada la tierra que lo cautivó desde el primer día y le entregó un especial cariño, el mismo que él le reciprocó con creces, piensa Enna Oliva Martínez, quien trabajó varios años a su lado y supo de su ardiente pasión en los trajines de constructor de la Patria nueva.

La representante de la filial de la editorial Pablo de la Torriente en Santiago de Cuba agregó que el General de Ejército Raúl Castro significó una vez que Almeida era el combatiente que más se parecía a Maceo, y ahora la historia ha unido en una plaza a los dos genuinos héroes para orgullo de los santiagueros.

Destacó que el guerrillero de la Sierra Maestra devenido una de las personalidades históricas más queridas de la Revolución cubana, se encumbró otra vez para darle la mano al valiente general de las guerras independentistas de Cuba en el siglo XIX, y ser fiel guardián ante quien intente dañar la tranquilidad de la Isla.

Como para acentuar la estirpe de Almeida, la obra lleva la inscripción Aquí no se rinde nadie, frase convertida en uno de los símbolos de la Revolución y que él pronunciara durante el combate en Alegría de Pío, en diciembre de 1956, bautizo de fuego del futuro Ejército Rebelde con Fidel Castro al frente.

Para el reconocido compositor Rodulfo Vaillant fue ideal colocar la imagen en un sitio emblemático de la cultura y entorno patriótico de sostenido diálogo con el Titán de Bronce, ya que su legado va más allá de la lucha revolucionaria, al  incursionar en el arte como escritor y compositor musical, avalado por más de 300 canciones.

Almeida ofreció a Santiago de Cuba todo su sentir creador, muchos de sus temas fueron hechos aquí y debido a su apoyo, por ejemplo, reapareció la agrupación de Chepín Choven y se formó desde esta tierra la orquesta Irakere, precisa.

Presidente de la Unión de Escritores y Artista de Cuba en la provincia santiaguera, Vaillant refirió que con razón se afirma que Almeida, como Heredia, fue un cantor de la Patria, al poner poesía en cada obra edificada, y también música para reflejar la alegría del pueblo.

 El expedicionario del Granma y mítico guerrillero es de esos hombres excepcionales, que desde las privaciones de su cuna humilde, en el reparto Los Pinos, de La Habana, creció y se forjó con los más altos valores de un hijo que desea y lucha por la libertad de su nación.

Bravura y entereza distinguieron su impronta en el combate, fue nombrado Comandante en febrero de 1958 y cumplió por orden de Fidel Castro, la misión de organizar y dirigir  el III Frente Oriental Mario Muñoz para potenciar la ofensiva hacia la soberanía nacional en los días finales de la guerra.

Al triunfo, en 1959, asumió nuevas responsabilidades como miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba  y Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular por la tierra santiaguera, a la cual se vinculó siempre quien lució en su pecho la Estrella de Héroe de la República de Cuba con la misma sencillez que caracterizó su vida.