CAMAGÜEY.- La Plaza de la Revolución “Ignacio Agramonte Loynaz” de Camagüey y los hijos de El Mayor abrazaron con consignas, banderas, flores, fotos, lágrimas y, sobre todo, gestos de mucho amor, en la tarde del histórico 1 de diciembre, el cortejo fúnebre que traslada las cenizas del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en la “Caravana de la Eternidad”.

¿Quién le dijo a la lluvia que podría empañar tan digno homenaje? ¿Quién le dijo a la noche que podía intentar oscurecerlo? Niños, jóvenes, mujeres, abuelos, discapacitados, embarazadas, enfermos, camagüeyanos y cubanos todos, se mantuvieron firmes e impetuosos como el líder de la Revolución, ante el clima y el anochecer, para darle la bienvenida a la inmortalidad y decirle Yo soy Fidel.

Se lo confieso, Eterno Comandante, me sobraban equipos para filmar su arribo a la tierra en la que la Revolución construyó la primera Universidad y el primer estadio de pelota desde 1959. Sin embargo, no quise captar su llegada porque no quiero tener guardada una imagen que me lo recuerde simplemente en una caja de cedro, dentro de urna de cristal. Usted, su obra, su vida, su legado, no caben allí.

Quiero recordarlo bien vivo, indicándonos que hacer con su dedo índice ante las amenazas de un imperio que por más que lo intentó jamás pudo derrotarlo, motivándonos con sus discursos y reflexiones que a veces cuando niño quería que terminaran para ver los muñequitos, sin saber la enorme enseñanza e importancia que tenían todas sus letras.

Quiero recordarlo desafiando las rachas de viento y la lluvia de los fuertes ciclones que azotaban a Cuba, quiero verlo siempre en sus gestos de apoyo y preocupación constante por los cañeros, obreros, deportistas, médicos, maestros, pueblo en general, quiero recordarlo en su lucha incansable por el mejoramiento de cada ser humano en un caimán que usted convirtió en un barbudo fuerte e invencible.

Y aunque este 2 de diciembre, se fue de la tierra de Agramonte en su Caravana Eterna, quiero recordarlo como si hubiera partido en el Granma desde Camagüey para seguir uniendo a los rebeldes de hoy y convocándolos a continuar luchando desde el llano y las montañas por el proyecto socialista que usted hizo nacer.