Eduardo Manuel Zayas Quiles. Foto: Leandro Pérez Pérez/Adelante Eduardo Manuel Zayas Quiles. Foto: Leandro Pérez Pérez/AdelanteSANTA CRUZ DEL SUR, CAMAGÜEY.- Eduardo Manuel Zayas Quiles vivió por 17 años bajo el régimen capitalista. Pero ya desde niño era de los más fervientes enemigos de ese sistema. Desde su propia experiencia mucho puede contarse de la historia nacional.

Eso supo Adelante.cu hace exactamente una semana, cuando le fuera entregada en el Parque Central de su natal Santa Cruz del Sur la Medalla Conmemorativa 60 aniversario de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Entonces quisimos ahondar en sus vivencias.

“Vivía en Arroyo Blanco, una localidad santacruceña. Solo había recibido tres cursos de clases cuando tuve que ayudar a cortar caña. Éramos once hermanos y el hambre nos obligó a saltarnos la infancia que hoy aquí se goza con tanta inocencia. Y en ‘tiempo muerto’ ni hablar de la que teníamos encima. Con quince años me dejaron buscar otra vía de sustento y logré emplearme en la zapatería de la familia Carbonel.

“No pasó mucho hasta que mis jefes me propusieron integrar el Movimiento Revolucionario 26 de julio, y así empecé a entregarme a esta causa, por la que nunca dejaré de luchar, de cumplir misiones. Piqué cables telefónicos, prendí candela a varios puentes, coloqué propagandas del Movimiento, trasladé mensajes, ponché los jeep de los guardias enemigos… cumplí cada tarea sabiendo que si me atrapaban era mi fin. Yo no iba a entregar a nadie más.

“Poco después me incorporé a la columna 13 del Ejército Rebelde hasta que en 1959 Huber Matos me obligó, como a otros compañeros, a alejarme de sus filas. Yo no era de su total confianza. Pero la historia mostró luego que era él quien no merecía ninguna. Busqué trabajo y otras maneras de hacer Revolución. Fui fundador del Partido Comunista de Cuba, de los Comités de Defensa de la Revolución… encontré mi lugar.

“Y llegó aquel abril de 1961, llegó Girón. Otra vez estuve en pie de guerra, porque nadie iba a quitarnos la Cuba libre que tanto nos costó. Pertenecí a la batería H-8 de morteros 82. Íbamos por Ciego de Ávila, dispuestos a destruir a los mercenarios, cuando se nos dio la orden de vigilar y defender, si fuera necesario, otra zona costera. Durante siete meses esa fue mi nueva misión. Otra vez cumplí”.

—Según supimos, usted no solo peleó por la Cuba libre…

—Así es. Guardo en casa dos libros de la historia de la guerra en Angola en que se me menciona. Marché allá e integré el batallón 1 de lucha contra bandidos. Por espacio de un año expuse mi vida por la libertad de ese país africano. No podía hacer menos, y no fui el único. Muchos jóvenes que como yo sabían lo que significaba vivir ‘sumidos en cadenas y oprobios’ arriesgaron también sus vidas…

A Zayas Quiles no hace falta hacerle muchas preguntas. Conversa fluidamente, como si al contar sus anécdotas viajara en el tiempo y el espacio. Mas, ahora, hablando de Angola, parece haberse detenido allí. Esta vez hace una pausa, respira, cierra los ojos y no me atrevo a interrumpir ese momento solemne. Intuyo que está rememorando los peores momentos de su vida de verdeolivo. Y lo confirma:

“Quien no lo haya vivido, no puede imaginar lo que significa saberte sorprendido por una emboscada y escuchar, ver, sufrir la caída de tu gente… darte cuenta de que el último recuerdo de algunos de tus compañeros será esa imagen de él en el suelo, ensangrentado, muerto. Perdí 27 amigos en Angola. Pero todos fuimos preparados para eso. Podía haber sido yo también; era un riesgo que corríamos orgullosos de un país capaz de entregarse también a otros del mundo que necesiten independencia”.

Aunque mientras lo escuchaba me hice esa imagen, el Eduardo que conocí no es aquel muchacho robusto que ágilmente cumplía las misiones de la clandestinidad o manejaba con precisión los fusiles en la batalla. Hoy camina con ayuda de una muleta y apenas puede ver. Mas desborda pasión si se habla de defender la libertad de su tierra y asegura que de ser necesario pelearía por ello otra vez, sacando desde su alma la energía necesaria.

Aquel martes, cuando una colega le preguntó qué significaba para él la Revolución, el veterano Zayas Quiles la llamó “lo más grande del mundo, con inmensos brazos abiertos para todos”, y añadió: “Aquí me tienen para continuar peleando mientras viva. Si falta vista nos guiaremos por la luz de Martí, y si nos falla la fuerza, nos la dará el ejemplo de Fidel, la voluntad de Raúl. Pero a aquel tiempo deplorable, un eterno combatiente no se permite volver”.

Hoy seguramente este fiel veterano, como tantos cubanos, tanta gente digna del mundo entero, está entristecido por la pérdida del hermano, el padre, el amigo… el guía absoluto de esa Revolución que hace pocos días nuestro entrevistado prometió defender a muerte. Y yo, al fin, escribo esta historia, una sencilla muestra de que el Comandante en Jefe de Cuba solo abandonó su cuerpo. Mas, antes de su partida, ya habitaba otros, cientos, miles, millones más. El ejemplo de Fidel, sus enseñanzas, su espíritu, palpitan ahora mismo en tantos sitios que lo sabemos vivo. Zayas Quiles no ha perdido nuevamente a un compañero de batalla porque otra vez Fidel ha burlado la muerte.