CAMAGÜEY.- En 1985, tras el paso del huracán Kate, Fidel salió a recorrer los lugares afectados y a improvisar soluciones, como solo él sabía hacer. Con ese afán llegó hasta la fábrica camagüeyana de Tejas Infinitas, y rememorar ese momento hoy con dos de sus protagonistas les entrecorta la voz y agua los ojos.

Daniel Pérez Fortún suma 44 años en esa entidad, trabajaba como operador de máquinas el día del suceso: “Estábamos trabajando y un compañero nos dijo que estaba en la prensa, y como yo no le quería creer, salí al encuentro. En eso él venía hacia nosotros ¡me quedé petrificado, qué grande! Mi sueño era darle la mano y no lo pude hacer, pero me queda la satisfacción del deber cumplido”.

Cuenta Daniel que Fidel reconoció el valor que tenían sus producciones para las personas que habían quedado sin techo, y que fue él quien implantó una cuarta brigada para aumentarlas. “Después de su visita teníamos que cumplir la misión y el aporte que nos pedía, llegamos a hacer 280 000 tejas mensuales”. Este es el centro de la vida del anirista destacado, Vanguardia nacional cinco veces y acreedor de múltiples medallas y reconocimientos.

-¿Cómo lo recuerdas hoy?

-En el diario cumplimiento del deber, eso fue lo que nos enseñó. Nunca le hemos dejado de cumplir, y ahora mucho menos lo haremos. No podemos entregar la bandera después de tantos compañeros caídos.

-Si tuvieras la oportunidad de decirle una última frase, ¿qué le dirías?

-Que nunca lo vamos a defraudar.

Entrañables recuerdos guarda también Victoriano Acosta Cardoso, que por entonces era ingeniero principal de la fábrica y subdirector técnico y aunque ya está retirado, lo encontramos hoy en centro laboral de años para ir, junto a sus compañeros, a rendirle honores al líder indiscutible de la Revolución Cubana.

“Él ya traía en mente cómo aumentar la producción para resolver los problema del ciclón. Recorrió cada rincón de la fábrica, conversó con los compañeros y nos elogió por como cuidábamos la maquinaria a pesar de los años que tenía”.

-¿Qué fue lo que más te impactó de su visita?

-Se interesó por cada detalle y por la vida de los trabajadores, imagínese que nos preguntó si aquí comíamos helado, y nos asignó un coppelita que estuvo trabajando prácticamente hasta el otro día, nos dio un ómnibus para la empresa; ese que ve allí, y unas 40 motos para los trabajadores, un tractor para el autoconsumo, procuró el arreglo del camino.

“Pero no olvido que el director, Joaquín Bravo, se puso un poco nervioso y yo por atrás le decía las cosas para ayudarlo, parece que Fidel se dio cuenta porque cuando se iba que saludó a todo el mundo, me buscó y me dio la mano”.

-¿Qué les contarás a tu bisnietos de Fidel?

-Fidel…nos ha ayudado tanto… Les contaré todas mis experiencias de estos años de Revolución, de cómo resolvía lo problema de Cuba y hasta de otro países. De todas las veces que luego coincidí con él en las reuniones de final de año en La Habana. De cómo debemos comportarnos y agradecer por todo lo que hizo, de compartir lo que teníamos, que era poco.

“Es único, no ha muerto. Vive entre nosotros. ¡No morirá jamás!”. Y sin penas ni prejuicios secó una lágrima en su rostro mientras este equipo de reporteros les agradecía por el momento.