Foto: Félix Anazco Ramos/AdelanteFoto: Félix Anazco Ramos/AdelanteSANTA CRUZ DEL SUR, CAMAGÜEY.- Un viento fuerte que viene del Sur no permite que la pluma corra ágil sobre el papel; el pescador pierde la paciencia y decide entrar a la tranquilidad del camarote. Como sus compañeros es hijo y nieto de otros pescadores, pero esta generación, a diferencia de las anteriores, maneja el lápiz con la misma agilidad que los anzuelos.

Esa luz de virtudes la trajo también una brisa del sur 60 años atrás, cuando desde costas mexicanas zarpaba un yate lleno de esperanza verde olivo. Por eso tienen tanto que agradecerle en estas jornadas los pescadores santacruceños; por eso se unen a los más de 27 000 coterráneos que hasta esta tarde habían firmado el compromiso de cumplir el concepto de Revolución que nos legó el Comandante en Jefe Fidel Castro como brújula política.

En las 65 mesas habilitadas en el territorio se mezclan el campesino, el obrero, el niño, la mujer, el anciano, han pasado como una marea suave y constante más de 7 000 santacruceños.

En ese mar de manos curtidas de pescadores y trabajadores agrícolas sobresalen unas muy suaves y blancas. Antje Acriño Profet es una hermosa alemana que resalta por el aire triste que traen sus azules ojos.

Foto: Leandro Pérez Pérez/AdelanteFoto: Leandro Pérez Pérez/Adelante“Desde que vine por primera vez a Cuba en 1989 me percaté de la obra de Fidel. He podido percibir todo lo que hizo por su pueblo, pero la más grande herencia es haber transformado al cubano en un ser humano de nobles sentimientos.

En mi país muchos lo admiran por su trascendencia política internacional, pero pocos saben lo mucho que construyó junto a su pueblo”, confiesa en un español "remendado".

Así de grande fue la vida de ese amigo de todos, ese compañero de todos, ese líder de todos. En estas tierras que tanto lo vieron impulsar con sus propias manos el desarrollo y el porvenir donde antes un poblado de pobres pescadores vertía su suerte al mar sopla como un lamento el viento del sur y hace que se levanten las banderas que marcan el porvenir de un país que se empeña en mantener vivo a su más noble hijo.