CAMAGÜEY - Cuba le sigue llorando. Camagüey le sigue llorando. La fila continúa inagotable. Como él. Casi al apagarse este 29 de noviembre termina el homenaje simbólico, pero no los cariños, la gratitud, la lealtad.

Un hombre grande y fuerte, con tez de idénticos adjetivos, otra señora de luto en la mirada, una muchacha de cabello largo en uniforme de Camilito (Escuela Militar Camilo Cienfuegos)... No son meros contrastes; de estas maderas esta hecho su pueblo, ese que aún no se acostumbra a esta otra omnipresencia.

Osvaldo Porro Gutiérrez, trabajador de la empresa de Soluciones Mecánicas (Somec), es el hombre “grande y fuerte” que me habló con los ojos en carmesí. “¿Cómo no venir a decirle: ´Comandante aquí estamos´? Fidel es luz en todo el mundo y nosotros lo tenemos cerca. Quise darle mi adiós a pesar de que él permanece. Estará siempre en usted, en mí, en toda Cuba”.

Sin más comitiva que sus dos pequeños Kenia Torres Álvarez esperó su turno y “abrazó” a su todo, como me lo definió casi sin pensar. Es simplemente eso, su todo; no tiene que buscar mucho en sus afectos. Kenia pidió permiso en la escuela de sus hijos porque Karenia, de nueve años, y Kendry, de seis, no querían dejar de llevarle flores. “Díganle a la periodista quién es Fidel para ustedes”. Y Kendry pronunció la mejor de las respuestas. Como si estuvieran esperando a la periodista para llenarle de esencias su trabajo del día. “Él es mi abuelo”.

Danay Osorio Pol y Danielle Peña Campanioni hicieron la marcha como todos su compañeros, los futuros profesionales de las Ciencias Médicas de la provincia. Desde la escuela y hasta la Plaza de la Revolución vinieron con carteles, consignas, banderas, convicción. Antes de irse quisieron escribir con sus cuerpos y sus ganas el nombre de Fidel, y se acoplaron rápido y en forma de pizarra humana también le juraron.

“Estamos aquí en agradecimiento. Hoy no cursáramos el cuarto año de Medicina, sin necesidad de tener que trabajar para pagarnos los estudios, si no fuera por su empeño de una misma Cuba para todos”, aseguran Danay y Danielle, a quienes no les importó la espera, el sol, el calor, la caminata, ni siquiera la guardia en el Pediátrico que les aguardaba y las probables evaluaciones de sus profesores. “Hoy, y siempre, Fidel es la prioridad”.

“Ay tengo un nudo en la garganta, ahora le contesto”. Elsi Julia Falt Leyva es de raíces insurgentes, de la casi incontrable comunidad de Oriente Rebelde en el municipio de Sibanicú, pero es de lágrima fácil si se trata de Fidel. “Mi hermano y yo hoy somos profesionales, educadores, gracias al Comandante. Nacimos con esta Revolución, nos formamos con su valentía, su humanismo, su dignidad. Y ahora más que nunca tenemos el deber de transmitirle esos valores a nuestros alumnos”. Ella y su hermano, el también maestro Edelmán, padecen retinosis pigmentaria y reciben por estos días tratamiento en la capital provincial. “Tampoco las mejoras para nuestra dolencia fueran posible sin la obra de la Revolución que él protagonizó. Como educadores y como cubanos le cumpliremos; la historia lo absolvió, la razón está con él. El pueblo es Fidel, yo soy Fidel, por eso no se ha ido, sigue con nosotros”, sentenció Edelmán.

Catty Monenque, Jenniffer Lounda, Tassy Lerelle, Isiclore Junalore, Marcel Miyalov, son algunos de los estudiantes congoleses que cursan el primer año de Medicina en Camagüey. Fueron a la Plaza con su bandera, escribieron sus nombres en la agenda de la periodista y dictaron sentires. “Estamos estudiando en Cuba porque fue su idea; y por eso le decimos gracias Comandante”, dijo Isiclore. Jenniffer casi ni le dejó terminar y agregó: “Cuba es paradigma de libertad en el mundo; Todo lo que ustedes tienen ninguna nación lo ha logrado. En mi país la salud hay que pagarla, nadie puede acudir ni a una consulta sin el dinero. Él siempre vivirá, y también de manera especial para todos los africanos, le debemos mucho”...