CAMAGÜEY.- Estos son de los momentos que como periodista uno nunca quiere cubrir, pero hay que hacerlo, aunque mientras entrevistes a alguien no puedas contener las lágrimas, aunque al preguntar se te haga un nudo en la garganta que te embargue las palabras, porque se vuelve muy difícil ver a un pueblo entero llorar por la partida a la inmortalidad de su padre, mucho más cuando se trata de tu propio pueblo.

Algunos bajan la cabeza, otros derraman lágrimas, unos se cuadran y le saludan o levantan el brazo en señal de victoria, los más jóvenes se llevan a casa el momento apoyados por la tecnología, los más fuertes intentan no llorar aunque después lo hagan a escondidas. Hay personas de todas las edades, desde los niños prácticamente de brazos, hasta los más ancianos que, apoyados por muletas o bastones, llegan al lugar.

Cada uno lleva su Fidel dentro, y en el momento que pasan por delante de la foto, afloran las emociones. Este escenario pudiera ser en cualquier parte de Cuba, pero este periodista lo vivió en el Salón Jimaguayú de la Plaza de la Revolución Mayor General Ignacio Agramonte, sitio por el que las personas no dejan de pasar, la fila se pierde a lo lejos. Nadie quiere dejar de decirle su Hasta Siempre Comandante a un ser común y corriente como cualquier otro, su diferencia en saber interpretar el rol de los hombres en la historia y darle a todo un pueblo esperanza y dignidad.

Gracias a esas oportunidades que da la mejor profesión del mundo, ayer pasé por el sitio donde está su imagen, rodeado de flores y sentí su fuerza, su estirpe, su moral, hoy me tocó ver cómo otros sentían lo mismo, incluso interrumpir sus emociones para indagar el porqué de su reacción.

Muchos como Lázaro Álvarez Rodríguez confían en que son esos jóvenes, que hoy rinden tributo al más grande de los hombres del siglo XX, quienes continuarán la obra que empezó Céspedes, continuó Martí y Fidel materializó.

Kadel Pampín Gónzalez salió del salón notablemente emocionado: “Estamos viviendo un momento histórico, pues estamos sembrando a Fidel en nuestros corazones para que de allí nos guíe como siempre lo hizo, con lealtad meridiana a lo que los héroes de la patria soñaron para Cuba. Ahora nos toca continuar su legado y ser fieles a todas sus enseñanzas”, explicó.

Como un joven de estos tiempos, el también trabajador del restaurante El Crono, de la barriada de Puerto Príncipe, tomó en su celular el instante en que rendía tributo al Comandante. “Tomé estas imágenes para llevarlas siempre, en mi presente, porque en mi memoria él estará siempre, además para poderle mostrar a mis hijos lo que es un pueblo llorando a su padre, y que yo estuve presente en este momento único”, agregó.

Como sucede con la mayoría de las personas que salen del Salón Jimaguayú, para dialogar con Raisa Jesfer Leal hubo que esperar a que se calmara, porque sus lágrimas parecían incontrolables. “Hoy yo, a mis 37 años, estoy estudiando Medicina gracias a la obra de Fidel, por eso es mi compromiso cumplir el Concepto de Revolución, sobre todo a ser altruista y a defender la dignidad que él nos legó”.

Si los jóvenes están consternados, qué se puede decir entonces de la generación que lo siguió cuando muy pocos creían posible una Cuba como la actual, Homero Monteagudo Yero fue de esos jóvenes que en su época luchó por la Revolución, al punto de que casi le cuesta la vida, al ser emboscado junto a la Columna 11 en Pino Tres. “Era el jefe, pero parecía el padre de todos nosotros. A los que casi no lo vivieron, que estudien su vida, que beban en sus valores, para hacer eterna su obra, que es mi obra y la de todos los cubanos dignos.

Katerine Álvarez Alfonso es una niña de 7 años quien, acompañada de su madre, asistió al homenaje que le rinde el pueblo de Camagüey al “pionero mayor”. “Yo vine a ponerle flores a Fidel, porque él creó las escuelas y los hospitales para todos”, dijo la niña que no alcanza a comprender todavía la magnitud de sus palabras, pero sí está consciente de lo que significa Fidel para Cuba.

El escritor discapacitado Jesús Zamora, autor del libro Morir sin Rostro, declaró que nunca pensó ver este momento, el más difícil de su vida. “Muchos pensamos que él era literalmente inmortal, pero ahora debemos mantener su legado, la idea del Concepto de Revolución que expresa que es Ser tratado y tratar a los demás como seres humanos es lo que ha hecho posible mi presencia aquí, ser miembro de una organización de la vanguardia artística también se lo debo a él, tener una organización como la ACLIFIM que garantiza la inclusión de todos es parte del legado que debemos defender”.

Migdalia Águila Aróstegui, hija del primer mártir de los Órganos de la Seguridad del Estado en Camagüey y diputada al Parlamento cubano, refirió notablemente emocionada que cuando con tres meses perdió a su padre, la guía en su vida fue Fidel. “Fue como un segundo padre para mí y gracias a él no me ha faltado nada”.

Asímismo recordó el momento histórico de la VII Legislatura cuando Raúl dijo que el Comandante era insustituible, solo el pueblo y el Partido podrán ocupar el lugar que deja. “Aunque su puesto estaba allí vacío, sus ideas continuaban guiándonos, así será también ahora”. Fueron las pocas palabras que la emoción dejó que Migdalia pronunciara.

Con una mezcla entre español e italiano, Vittorio dijo estar allí también para honrar la memoria de su amigo Gino Doné Paro, el italiano que embarcó junto a Fidel en el Yate Granma. “La vida del Comandante y su obra es gigante; aunque tengo dificultades para caminar hice la larga cola porque este hombre es todo de nosotros”.

Son miles de camagüeyanos los que sintieron emociones, derramaron lágrimas y expresaron su Hasta Siempre Comandante, hoy este joven periodista graduado también con la obra de Fidel se siente orgulloso de vivir en estos momentos históricos para la Patria en que comprobamos una vez más que él es inmortal.