Rafael Cruz creció en la finca de Ángel Castro, el padre de Fidel.Rafael Cruz creció en la finca de Ángel Castro, el padre de Fidel.VERTIENTES, CAMAGÜEY.- Élsida y Rafael comparten algo más que el apellido Cruz y la residencia en este municipio del centro-sur de Camagüey; ambos además, nacieron y se criaron en las cercanías de la finca de don Ángel Castro en Birán.

Ellos se unen en este día a los más 30 000 vertientinos que han plasmado con su puño y letra el juramento de cumplir el concepto de Revolución que inmortalizara el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz el primero de mayo del 2000. En el momento en que el equipo de Adelante.cu llegó al sitio donde este pueblo rinde homenaje a Fidel, los dos unían la historia de sus vidas una vez más.

A sus 88 años Rafael Cruz Espinosa asegura recordar hasta el olor de la mucha hierba y caña que cortó en la finca de los Castro. “Desde muy pequeños mis hermanos y yo acompañábamos a nuestro padre en los encargos que le daba don Ángel. El viejo mío tenía de su entera confianza, éramos muy conocidos en Birán porque le cuidábamos los gallos a la familia”, nos cuenta mientras sus manos simulan tener un ejemplar bien fino de aquellos.

“En esa casa todo el mundo tenía su misión, la de Fidel era salir a estudiar y desarrollarse lo más que pudiera, y mira si lo hizo. A Raúl desde niño le tenían mucha confianza para manejar las cosas de la familia, que yo recuerde era el único que podía abrir la caja donde Lina y Ángel guardaban el dinero”.

“Cuando Fidel venía a pasarse unos días a la finca todo cambiaba, parecía un ciclón. Recuerdo una vez que el padre nos dijo en jarana: no lleva tres días y ya es el jefe aquí. Yo le digo una cosa, periodista, esos muchachos no tenían necesidad alguna de arriesgar sus vidas para hacer una Revolución. Los Castro eran ricos y respetados en toda Cuba, si lo hicieron fue por otros, por los que estábamos chiva'os”, dice el viejo gallero de 88 años.

Élsida, más que una flor, quiso dejar un tesoro suyo.Élsida, más que una flor, quiso dejar un tesoro suyo.El llanto de Élsida Cruz Hernández estremecía la solemnidad de la sala; ella no traía flores, entregó más. “Esta medalla me la dieron en el primer ejercicio Bastión que se hizo en el país, siempre la guardé como un tesoro, pero sentí que debía ofrendarla al hombre que me dio esperanza para vivir”.

La Chaparrita, como le llaman, quedó huérfana de madre y padre cuando apenas era una niña y fue la Revolución quien se encargó de educarla. “En el mismo año 1959 Fidel creó un programa para ayudar a los niños con una situación difícil como la mía. Así fue como viajé a La Habana y pude estudiar y educarme. Siempre he tenido la sensación que pude hacer más por la Revolución, pero Dios sabe que siempre he dado lo que está a mi alcance”.

"Con los años nunca pude verlo nuevamente, pero cada vez que voy a Birán le rindo tributo por lo mucho que hizo por mí y por todos los cubanos", dice la mujer agradecida, desde el fondo de su garganta.

 Son más, muchos más, lo vertientinos que han desbordado emociones estos dos días. La cifra, hasta el momento, supera los 10 000. No todos traen, como nuestros entrevistados, ecos de Birán. Pero con los ojos, los gestos, las palabras, dan fe de que le agradecen tanto como si fuera un coterráneo suyo. Porque Fidel es más que Birán, Fidel es Cuba toda.