NUEVITAS, CAMAGÜEY.- Cuando la noticia del fallecimiento del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz se dio a conocer en este norteño municipio, acababa de comenzar la fiesta de carnaval, en instantes el poblado pasó de la algarabía al desconsuelo.

"La gente no creía la noticia, algunos pensaron que era una falta de respeto del operador de audio. Muchos la emprendieron con los organizadores porque pensaban que era mentira”, contó a Adelante.cu el viejo Marcelino Torres, mientras se tomaba un buchito de café en la inmediaciones del anfiteatro.

Precisamente en esa instalación, los nueviteros rinde formal tributo desde esta mañana al líder histórico de la Revolución cubana. Al filo de las 11:00 a.m. ya habían firmado el libro de condolencias más de 12 600 personas y otras 6 500 habían pasado por el sitio escogido para ofrecer respeto póstumo a Fidel.

En los siete consejos populares de la demarcación se instalaron 58 puntos de firma, incluyendo uno especial para visitantes extranjeros en la playa Santa Lucía.

Al llegar al anfiteatro el aire cambia, en el interior dos combatientes custodian las imágenes del Comandante inundadas en el multicolor pañuelo de flores. En el momento en que este reportero entraba ocurrió algo muy simbólico, los veteranos fueron remplazados en guardia por jóvenes soldados del ejército que más batallas libró en nombre de Fidel y la Revolución, ese de batas blancas que anda por el mundo retando la muerte.

Héctor Lapinet apenas se sostenía; la emoción debilitó su cuerpo y a duras pena pudo decirnos, sin atreverse a mirarme a los ojos como para evitar más lágrimas: "Esto ha sido muy triste. Yo desde los 15 años cuando me incorporé a la lucha clandestina contra Batista conté con la seguridad del líder certero y justo... es como si me hubiesen herido de muerte”.

Su sucesor en la guardia de honor era, aparentemente, su antítesis. Javier Martín Bermudez, de porte fuerte, a sus 23 años  habla con mucha seguridad y firmeza: “Él se fue de este mundo con la confianza puesta en nosotros y no lo defraudaremos. No es 'muela'; gente preparada, culta y comprometida se sobra para continuar el caminó que él empezó”.

A Javier le acompañaba Roxana Simón Suarez una muchacha de rostro pálido y tímido a la cual pensé no le arrancaría una frase. Sn embargo ella, como si las palabras salieran sin permiso de su boca, me contó que “para los que soñamos con verlo y abrazarlo alguna vez, su muerte natural deja un vacío eterno, pero lo asumimos como un reto. Soy de esa generación que tendrá que traerlo de vuelta todos los días”.

Fue una noticia inesperada, dolorosa... fue la peor de las noticias la que se llevó de Nuevitas los aires de carnaval. El deceso del eterno Comandante en Jefe de los cubanos, de Camagüey, cambió el ánimo aquí. Pero no hay menos personas en la calle. Se han reunido, quizás, muchas más. Y es que Héctor, Javier, Roxana y toda la gente de este poblado comparte causas: la de mostrar sus respetos, la de hacer un juramento... la de eternizar a un hombre que no merece morir.