CAMAGÜEY.- Con esa manía que tiene la historia de repetirse, aunque ahora en otra dimensión del tiempo y el espacio, partiste Fidel hacia la inmortalidad otro día 25, remedando aquel de noviembre de 1956, cuando zarpaste de Tuxpan en el yate Granma hacia ser “libre o mártir” en el empeño de redimir Cuba, la patria sojuzgada por la sanguinaria dictadura batistiana, pro imperialista.

Solo que ahora nos dejas, unido al dolor profundo de no tenerte más físicamente entre nosotros, la realización de todos tus sueños, los que albergaste en tu rebeldía universitaria, los que te condujeron a asaltar los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes en 1953, los que forjaste en tu fecunda prisión a la que te condenaron, los cultivados durante el exilio organizador en México y los cuales materializaste con el desembarco por las Coloradas, en la zona oriental del país, un 2 de diciembre, al frente de los 82 expedicionarios, constitutivos estos del embrión del Ejército Rebelde, que durante casi dos años de lucha guerrillera libertó a la patria de los opresores el Primero de Enero de 1959 e inició una nueva era para los cubanos.

Que la “muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida”, según reza el pensamiento martiano, lo demuestra lo forjado por ti a lo largo de una extraordinaria existencia que trascendió las fronteras de tu amada Cuba para inspirar a otros muchos pueblos que veneran tu figura y abrazan las ideas redentoras que proclamas para todos los seres oprimidos, marginados y olvidados del planeta.

Los que hoy lloramos tu partida, sentiremos siempre este dolor infinito que solo podrá compensar el saberte entre nosotros cuando nos miramos y miramos en nuestro derredor y cuando levantamos la vista hacia este subcontinente americano ayer irredento y ahora un poco más libre y soberano después que levantaste aquí las banderas de el socialismo.

El legado de tus ideas, profundamente humanas, capaces de repartir no solamente panes, sino virtudes éticas, morales, solidarias, principios de soberanía e independencia y paz regional y universal son estandartes que en estos tiempos se izan y alientan e impulsan la lucha de todos los pueblos contra las múltiples formas de dominación del imperialismo, lleve el apellido que lleve.

Aunque quizás algunos no lo sepan, nadie podrá olvidarte porque aquí, a cada paso, los cubanos tropezaremos contigo, te sentiremos en ese sagrado derecho a la vida que consagraste como don supremo para todos, en los bienes de la educación, la cultura la salud, en los avances económicos, en los principios patrióticos, solidarios y antimperialista que nos dejas como herencia y sobre todo en la capacidad de lucha y resistencia que nos inculcaste para marchar siempre adelante, frente dificultades y obstáculos.

Tu huella de estadista, tu personalidad de prominente autoridad en la esfera internacional se recordará proyectada en las más disímiles de las problemáticas políticas, humanitarias y medioambientales que hoy sacuden el mundo, como la expresión de un pensamiento racional y esclarecedor que mucho aportó a crear conciencia de los males que nos acechan y ponen a la Humanidad al borde del holocausto.

Si alguien que ayer no veía, en cualquier región latinoamericana o caribeña y hoy otea con claridad el horizonte, si alguien alivió dolencias o salvó o prolongó su vida y encontró para ello una mano amiga cubana, seguramente pensará en Fidel que ha sido el artífice de ese brazo solidario que alivia o sana el dolor de tantos seres humanos en nuestra región.

Que vivirá Fidel en la memoria de los cubanos al igual que en la memoria de otros muchos  pueblos hermanos, nadie lo pone en duda, porque su estatura humana, su pensamiento adelantado y la fuerza de sus ideas lo trascenderán en este y otros tiempos por venir.

¡Hasta siempre Comandante!