CAMAGÜEY.- ¿Qué decir ante la inesperada noticia de tu muerte, burlada tras tantos atentados enemigos? Nos preparaste para este lacerante instante y, sin embargo, tu visión de futuro nos sorprendió en presente casi igual que cuando el teniente Sarría evitó en las estribaciones de la Sierra Maestra que te ultimaran por primera vez. Así dormía una gran parte de tu pueblo ahora, la misma fecha de hace 60 años cuando partiste al frente de 82 expedicionarios desde las costas mexicanas para traernos la libertad o morir en el empeño.

Fue la muerte un pronóstico que siempre te acompañó al cual jamás temiste, porque la vida entera entregaste a la Patria, desde el primer día de estudiante universitario. Junto a la muerte dormiste muchas veces: de espalda a la traición de la Sierra Maestra, en el fragor de los combates, desafiando los trillos preñados de peligro bandidista del Escambray, metido en la ciénaga inundada de mercenarios cuando Playa Girón, y en la “paz”, desafiando huracanes como el Flora y a la intemperie de los más sofisticados envenenamientos o proyectiles camuflados tras cámaras de televisión… Incluso, ante la certeza del atentado explosivo de Posada Carriles en la Universidad de Panamá, retaste a la muerte del plan-B, del C, o de tantos planes fallidos de la CIA.

¿Y las enfermedades? Entraron a tu cuerpo para llevarte pronto y tú volviste a rebelarte porque tu vida no pertenecía sino a tu pueblo y una vez más venciste ante la alegría asombrada de todos los revolucionarios del universo y pasó casi una década de nuevos agostos hasta los 90, hasta ayer, cuando los hogares cubanos se estremecieron y humedecieron con las palabras de dolor de Raúl, el hermano fiel que pisó a pasodoble cada zancada de tus pasos… Fue así como creímos la verdad de tu muerte, que a decir de Martí, no es cierta cuando se ha dado todo por la Patria y por la gente humilde, del arroyo de la sierra…

De todas maneras, la muerte no podrá llevarte porque la Isla casi toda quedaría desierta, pues estás metido en el corazón y en las ideas de cada cubano digno que, en tu ausencia y como querías, se convertirá -si fuera necesario- en Comandante en Jefe de la Revolución donde quiera que esté y la Patria ponga en peligro su libertad.