Eudaldo Silvente Ortiz. Foto: Otilio Rivero Delgado/AdelanteEudaldo Silvente Ortiz. Foto: Otilio Rivero Delgado/AdelanteFLORIDA,CAMAGÜEY.- Pasadas las 3:00 p.m. del sábado 12 de mayo de 1973, el profesor Silvente y el reducido grupo de alumnos que no habían salido de pase, quizá porque vivían en provincias distantes del entonces instituto pecuario Mártires de Pino Tres —aún en construcción— decidieron irse a jugar pelota a un terreno improvisado en un área situada al fondo del lateral izquierdo del edificio docente.

Los implementos deportivos estaban guardados en el departamento de Educación Física, pero ellos se habían agenciado un bate y algún que otro guante maltrechos para pasar el tiempo en aquel apartado y pintoresco paraje; ni siquiera habían conformado equipos para un enfrentamiento, pues no pasaban de la docena.

“En medio de la euforia que provoca el juego —me contó en su casa, en Florida, el médico veterinario Eudaldo Silvente Ortiz, vimos unos yipis entrar a la escuela y avanzar directo por el camino aledaño al lugar donde estábamos. Para sorpresa nuestra era Fidel, al que la noche anterior habíamos visto por la televisión en el acto por el Centenario de la caída de Ignacio Agramonte.

“Todos corrimos para allá, parece que el propósito era constatar la marcha de la construcción; nos saluda, y comienza a preguntarnos sobre las condiciones que teníamos en la escuela, las aulas, y de pronto ve el bate que yo tenía en mis manos, que estaba hasta clavado con una puntilla, y pregunta: ‘¿Con eso es con lo que ustedes juegan?’, y se vira para uno de sus acompañantes; yo entendí que le decía Perico, después supe que era Pepín Naranjo*, y el otro, Raúl Curbelo** y le dijo que nos mandaran un equipo de los de primera categoría.

“No conforme, comentó: ‘vamos a ver cómo estoy’, y agarró mi bate, se fue para el home y me dijo: ‘pichea’.

“Ya podrán imaginarse la emoción, yo le picheaba bajito, suavecito, me sentía como amarrado, una de las veces le cae la pelota delante del pie y la bota se llena de tierra, la sacude con fuerza y se ríe… doce o trece veces por lo menos le lancé, él bateó y aquello era un corre corre de los muchachos que todos querían coger la pelota… finalmente nos dice que tiene que continuar trabajando, nos dio la mano a todos, uno por uno, una mano suave, muy blanca, pero firme. No le dije que era profesor, me era muy difícil asimilar la realidad.

“Siempre soñé con ver a Fidel de cerca, estudiaba técnico veterinario en La Habana a principios de los ‘60 cuando un día que estábamos sembrando pangola en un lugar que se llama Portugalete y llega él; cómo ves, soy bajito, y cuando mis compañeros lo rodearon yo ni podía verlo, entonces me metí por debajo de ellos y gateando pude aproximarme y no te imaginas la alegría que me dio tocarle la pierna, fue para mí un triunfo.

“En la escuela costó trabajo que lo creyeran; nunca he visto ni una foto de aquel encuentro, creo que alguien las tomaba, pero bueno, lo importante es que lo toqué y le pitché, nunca había contado esto así como ahora, y desde que me llamó me estoy preguntando: ¿cómo lo supo?

RESPUESTA A SILVENTE

El próximo 11 de septiembre el Instituto Politécnico Agropecuario Mártires de Pino Tres arriba a su aniversario 45; en el plan de actividades por el cumpleaños se contempla la fecha del 12 de mayo de 1973 por la visita de Fidel, recogida en información del periódico Adelante de la edición del día siguiente, como parte de un amplio recorrido que hiciera ese día, en el que inicialmente le rindió tributo al Mayor General Ignacio Agramonte en el Potrero de Jimaguayú, municipio de Vertientes, donde durante unas dos horas intercambió con sus acompañantes, entre ellos los mencionados Curbelo y Naranjo, sobre las versiones escritas en relación con las circunstancias y condiciones geográficas del terreno que determinaron su caída en el lugar.

Precisamente en esta información se recoge la visita a Pino Tres y el encuentro de pelota. En la búsqueda de uno de los participantes en el referido momento, aparece el nombre de Eudaldo Silvente, quien es fundador de la institución, ya está jubilado —pero no desactivado— como afirma, y aunque es baracoense, desde que llegó a Camagüey en la década del ’60 echó raíces en Florida, siempre vinculado a la docencia en la Enseñanza  Técnica Profesional, parte de su vida compartida con María Teresa Brancacho Martínez, quien tiene otra sencilla, pero hermosa historia para compartir sobre Fidel. Espérela.

*José (Pepín) Naranjo Silva, entonces Ministro de la Industria Alimenticia (Alimentaria).

**Raúl Curbelo Morales, entonces miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC) y primer secretario de la provincia.

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