CAMAGÜEY.- En la memoria se me agolpan los recuerdos del último acto por el 26 de Julio en que Fidel estuvo en Camagüey, ocurrido en 1989 a la sombra del monumento de otro grande de la Patria: el Mayor General Ignacio Agramonte.

Entonces dijo:

¿Por qué, después de tantos años de Revolución —ya son algunos— el entusiasmo, lejos de decaer, crece; el espíritu de lucha crece? ¿Qué es lo que puede explicar esto? Me parece que no hay misterio: es lo que la Revolución ha hecho por el pueblo; es lo que la Revolución ha hecho por el hombre en todo el país y en esta provincia; es lo que ha significado, para nuestra nación y para nuestros compatriotas, la posibilidad de construir su propio camino y escribir su propia historia”.

Tal entusiasmo, tal espíritu de lucha, lo había hallado a cada paso de su visita a la provincia. Las últimas horas que precedieron a la conmemoración fueron intensas. El Líder Histórico no quiso desaprovechar la oportunidad para inaugurar la comunidad rural Nicaragua, en el mismo corazón de la Cuenca Lechera, intercambiar con ganaderos y llegar hasta las inmediaciones de la Sierra de El Chorrillo.

En ese entorno se enclava la planta de zeolita, el mineral del siglo, concebido para múltiples usos en el sector hidráulico, combinado con otros minerales en la producción de fertilizante para la agricultura, en fin, en la protección de las naves avícolas…

Las trabajadoras del círculo infantil de Cuatro Caminos, en Najasa, vivieron momentos también excepcionales con esa inesperada visita que proseguiría en la comunidad de edificios multifamiliares Patricio Lumumba, de Sibanicú y concluiría en la fábrica de quesos de Sibanicú, entonces en fase de construcción.

No hubo tiempo para el descanso. La comitiva siguió hacia la ciudad de Camagüey. Fidel, siempre preocupado por los seres humanos, llegó hasta el motel Tayabito, para comprobar la calidad de la merienda preparada para los periodistas, “porque hoy vamos a terminar tarde”, diría antes de salir de Patricio Lumumba.

Hoy los trabajadores del Centro Provincial de Electromedicina, cercano al hospital clínico quirúrgico Manuel Ascunce, sienten el orgullo de haber recibido la presencia suya, al igual que el entonces incipiente colectivo del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología.

A menos de veinticuatro horas del trascendental discurso donde puso de manifiesto, una vez más, su previsión y adelantarse a los acontecimientos que ocurrirían y llevarían a la desintegración de la Unión Soviética y del campo socialista de Europa del Este, Fidel visitaba a la ocho de la noche la reparada terminal de ómnibus nacionales.

Fue otro acontecimiento que nunca se olvida: el recorrido en la mañana del 27 de julio de 1989 a la entonces llamada Sala Polivalente, una obra concebida por los camagüeyanos para saludar la efemérides del Moncada.